Fútbol

Aquellas tardes de domingo...

  • El pasado 23 de diciembre se cerraron definitivamente las puertas del 'Juan Rojas', que las abrió el 24 de agosto de 1976 como 'Franco Navarro' · El ascenso a Primera de la AD Almería, la gesta más recordada

Eran las nueve de la cálida y agradable noche de un día de la Feria de hace 34 años cuando los equipos del Athletic Club de Bilbao y la Agrupación Deportiva Almería saltaron al flamante campo que se inauguraba aquella noche. Unos 16.000 espectadores fuimos testigos de aquella efeméride. Hierro; Alfonso, Mantecón, Español; Pino, Artero; Rojas, Polo, Gregorio, Montero y Garrido fueron los primeros en pisar el impoluto y verde césped. El primer gol de su larga historia lo marcó el extremo vasco Dani y el empate, nuestro Gregorio.

Desde entonces, el Franco Navarro vio a la Agrupación Deportiva subir como la espuma, para llegar tres temporadas después a Primera División, en un éxito sin precedentes por aquellos entonces para la provincia de Almería. Mítica es la alineación del ascenso, que ganó el 10 de junio de 1979 al Castellón 3-0: César; Paniagua, Piñero, Óscar López, Maxi; Garay, Jeromo, Martínez; Rojas, Rolón y Rozas. Joaquín Ram os Marcos fue el colegiado aquella tarde inolvidable.

Otra fecha histórica fue el 28 de marzo de 1979, cuando se disputó el partido España-Holanda de clasificación para los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980. Aquella delantera Carrasco, Sarabia y Rubio trajo de cabeza a la defensa tulipán, en un vaticinio de lo que sería la final del Mundial de este verano en Sudáfrica. España goleó por 3-0 ante 18.000 espectadores que disfrutaron y festejaron la victoria del combinado nacional. Sin embargo no fue éste el récord de asistencia, que lo estableció la visita del Real Madrid el 30 de septiembre de aquel año, con 23.000 aficionados, que ocuparon gradas, pasillos, torretas y hasta el techo del marcador, donde se sentaban y dejaban caer sus piernas al vacío. Entonces, los almerienses se jugaban la vida por ver a su Almería. Dos horas antes del comienzo, allí no cabía un alma. El 1-1 dejó a todos contentos. En aquella temporada mágica, ningún equipo fue ganar en el estadio del barrio de Torrecárdenas. El Franco Navarro fue un fortín, cada domingo se convertía en una olla a presión bajo los cánticos y la charanga de la involbidable peña Los Churros.

El campo cerró sus puertas en 1982 tras la triste desaparición del fútbol en la capital. Dos años más tarde las reabrió, ya como Campo Municipal, sin césped, para albergar los partidos del Polideportivo Almería en Tercera y el grupo IV de la Segunda División B. En 1990 dobló su utilidad, al jugar también allí el Almería Club de Fútbol, de cuyo inesperado ascenso a Segunda ante Ferrol, Valencia B y Beasaín fue testigo en la temporada 1994-95. Dos años estuvo aquel Almería en la división de plata antes de que las lágrimas inundaran las gradas del estadio tras aquel encuentro de infausto recuerdo ante el Orense.

Tras lograr la anhelada fusión de Poli y CF, sobre su césped la Unión Deportiva logró un nuevo ascenso a la categoría de plata, en aquella inolvidable promoción contra el Real Madrid Castilla, Pontevedra y Español B. Ya se llamaba Juan Rojas, en honor al histórico jugador almeriense que tantas tardes de gloria dio con la Agrupación Deportiva y que se convirtió en el primero en ascender desde Regional a Primera con un mismo equipo. Y en Segunda, un año después de un derbi entre Almería y Poli Ejido que sirvió para que los rojiblancos consiguieran la permanencia merced a un golazo de Paco Luna, cerró sus puertas al fútbol del primer equipo, tras un Almería-Sporting de Gijón que supuso la salvación de los locales. Francisco y José Ortiz, dos almerienses que lograron el ascenso tanto a Segunda B como a Segunda A con la UD, fueron los encargados de levantar por última vez de sus asientos de pástico y cemento a los aficionados almerienses.

En 2004 se finalizó el Estadio de los Juegos Mediterráneos y el viejo Juan Rojas, instalación querida y añorada por dos generaciones futbolísticas almerienses, albergó los partidos del filial y las categorías inferiores. Incluso fue testigo de otro ascenso, en este caso del Almería B a Segunda B. Hasta que este 2011 ha visto cómo se cerraban sus puertas definitivamente.

Pero cuando pasamos ante su vetusta estructura de hormigón, con ese color rojizo que tienen sus vallas metálicas y un clásico marcador de piedra que se divisa por la bajada de la autovía que conduce a la rotonda de Torrecárdenas, los almerienses que peinamos canas no podemos evitar volver hacia él la cabeza con cariño y mucha añoranza, para recordar aquellas tardes lejanas de domingo en las que el fútbol de Almería escribió en blanco y negro sus páginas más heroicas. Recordar es volver a vivir.

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