UD ALMERÍA | EL ACTA DE VIVANCOS

Dos varas de medir

Iddrisu Baba se lamenta después del encuentro en el Coliseum

Iddrisu Baba se lamenta después del encuentro en el Coliseum / Rodrigo Jiménez/EFE (Getafe)

En determinadas ocasiones nos cegamos durante el transcurso de un partido con el resultado. Si se va ganando todo se analiza con benevolencia y, por el contrario, si el rival acierta, pero a su vez se está disputando un buen encuentro, se suele achacar a que se bajó el nivel de intensidad. Toda esta introducción viene a colación por la primera media hora disputada por la UDA en Getafe. Ramazani logró adelantar a los rojiblancos, y todo parecía marchar sobre ruedas. 

Sin embargo, un servidor no las tenía todas consigo. Y no porque la UDA se haya adelantado otras veces en el marcador para luego acabar perdiendo el choque, sino por la actitud contemplativa de los jugadores con el marcador a favor, por la falta de mordiente de los rojiblancos ante un Getafe que todavía no estaba ejerciendo de Getafe de Bordalás. Sí, se luchaban ciertos balones divididos, pero a veces cuando el partido se pone de cara se requiere un plus más para aprovechar tu momento en el encuentro, y ahí la UDA anduvo una vez más carente de instinto asesino, de mala uva, de ir a jugarte la vida como un poseso, porque igual hasta se podía sentenciar el choque en ese momento. 

En resumidas cuentas, no se olió la sangre. Y como una imagen vale más que mil palabras, en la teórica foto del momento que Greenwood conecta el gran zurdazo que significó el empate, se ve a Akieme en una actitud relajada e inaceptable, como si fuera un espectador de lujo en espera de que el rival no conectase el disparo de su vida, en vez de revolverse y encimarle para dificultar cualquier acción posterior, una vez que el lateral fue superado en primera instancia. La UDA disputó una primera mitad muy plana, sin grandes alardes cuando se iba venciendo y sin grandes lagunas al ir empatando o perdiendo. 

Por el contrario, la actitud del Getafe sí que cambió. De estar desnortado al comienzo, con el transcurso de los minutos pasó poco a poco a parecerse al conjunto rudo y áspero que suele ser de la mano de Bordalás, con la aquiescencia de un Almería sin alma ni corazón, vayan las cosas bien o mal. Si alguien tiene alguna duda sobre lo expuesto hasta el momento, le reto a visionar de nuevo el choque. Claro, al tener que nadar una vez más contracorriente, durante la segunda mitad se vieron a unos jugadores más incisivos, pero ya tenían enfrente a un Getafe más reconocible, más asentado y con el marcador a favor. 

Aludió Garitano y algún jugador rojiblanco a que se pudo empatar y que en la segunda parte se dio la cara, pero las ocasiones reales vinieron por parte del Getafe y no del Almería. ¿Alguien me puede mostrar una gran ocasión rojiblanca durante la segunda mitad? Como comentó Garitano, la zaga es blanda, pero no solo la línea defensiva, sino que todo el conjunto carece de una mentalidad asesina, deportivamente hablando, para aniquilar al contrario en algún momento clave del envite, más si es un adversario de tu propia liga. 

Ahora solo cabe esperar a que el Cádiz pierda ante el Madrid, y lo dice un culé (en el momento de redactar estas líneas no comenzó este partido) para así poder agarrarse al clavo ardiendo de la baja puntuación de los rivales para estar todavía a tiro de piedra de la salvación. Por cierto, muy mal Garitano al término del choque cuando se quejaba de la falta de suplentes en su línea atacante, comparando a su vez el banquillo del Getafe con el suyo. ¿Cree realmente el técnico vasco que se perdió por tener que sacar a un jugador como Marciano, que continúa menospreciando de más, los últimos diez minutos? 

Sin embargo, Garitano no se refirió con la misma crudeza al inaceptable fallo de Baptistao al errar de forma incomprensible el que hubiese sido el 0-2 o a la propia desidia y confianza de su equipo cuando todo se tenía de cara. Fueron dos varas de medir muy descompensadas e injustas. Lo dicho, ojalá que sigan los contrarios con su puntuación tan baja, pero por mucho que lo sea, sin victorias no habrá paraíso.

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