Carboneras es un filón de oro para el analista político. Uno de esos municipios no demasiado grandes (7.757 habitantes en 2018) que, sin embargo, generan tanta actividad política como una ciudad. Y es que entre querellas, juicios, acusaciones y nuevos partidos, el carbonero ha tenido, de nuevo, una legislatura de lo más entretenido.

Para entender la situación actual es necesario hacer un poco de memoria.

Salvo dos breves lapsos de tiempo, desde 1983 a 2011 Carboneras estuvo gobernada por el PSOE encabezado por Cristóbal Fernández. Fueron años de progreso pero también llenos de polémicas, que acabaron incluso con la inhabilitación del regidor en 2006 por un delito electoral cometido en el 99.

En 2011, un recién nacido Grupo Independiente por Carboneras (GICAR) con Salvador Hernández a la cabeza lograba arrebatarle la Alcaldía gracias al apoyo del Partido Popular (cuatro concejales cada uno frente a los cinco de los socialistas).

Así, en las últimas municipales, las de 2015, un PSOE renovado intentaba recuperar el Ayuntamiento con José Luis Amérigo a la cabeza, sobrino del exalcalde Cristóbal Fernández. Como en 2011, los socialistas lograron imponerse en votos y concejales, pero fue insuficiente para impedir que Hernández siguiese como alcalde, esta vez con cinco escaños a los que sumó dos del PP.

Durante esas dos legislaturas, uno de los hombres fuertes de GICAR, al frente de la Concejalía de Hacienda, fue Felipe Cayuela. Un actor que cobraría más protagonismo en mayo de 2018. Fue cuando Salvador Hernández tuvo que dimitir al ser inhabilitado un año para empleo o cargo público por denegar información a la oposición ejercida por el PSOE. Cayuela fue el elegido para asumir la Alcaldía.

Así las cosas, una vez en el poder, Felipe Cayuela fue desmarcándose de las decisiones y formas de su anterior líder, hasta tal punto de que la relación entre ambos se rompió sin posibilidad de entendimiento, por lo que el actual alcalde decidió abandonar GICAR y crear otro partido independiente: Carboneras Avanza.

Entre tanto, llegando al fin de su periodo de inhabilitación, Salvador Hernández fue tomando posiciones de cara a las elecciones. Durante meses se rumoreó la posibilidad de que GICAR se integrase en Ciudadanos (que ya se había presentado en 2015 obteniendo solo 171 votos, el 3.93% del total). Y el 8 de abril, el propio Hernández confirmaba a los medios que se había aprobado dicha integración y que sería el cabeza de lista del partido naranja. Como consecuencia de esta decisión, Agustín Cánovas, coordinador de Cs en Carboneras, presentaba su dimisión después de que el partido hubiera “aceptado las pretensiones del Grupo Independiente -Gicar- para que yo no vaya en la lista de las municipales de mayo”, decía entonces.

Pero solo dos días después, y estas son las cosas que tiene la política carbonera que la hacen tan entretenida, Cs daba marcha atrás y rechazaba la candidatura de Salvador Hernández por considerar que “no era la persona oportuna” debido a su situación judicial. Una decisión sorprendente, cuando ya todo tenía el visto bueno a nivel provincial, que no obstante no sumió en la depresión a Hernández. Pocos días después presentaba su candidatura con GICAR.

De este infructuoso movimiento político resurgió la figura de Agustín Cánovas como candidato naranja, dejando en papel mojado su carta de dimisión.

Así las cosas, se presentan unas elecciones competidas y llenas de incertidumbre. Cinco partidos en disputa: el Partido Popular, donde repite Salvador Alarcón, actual concejal de Medio Ambiente; Ciudadanos, con Cánovas a la cabeza; el PSOE, donde repite José Luis Amérigo; Salvador Hernández con GICAR; y el actual alcalde, Felipe Cayuela, con Carboneras Avanza. Uno de estos tres últimos se presupone que tendrá más papeletas para ser el próximo alcalde. 

Queda por ver cómo afectará la división de GICAR a los resultados y qué pactos pueden producirse después del 26 de mayo. PP y Cs pueden tener la llave, pues una mayoría absoluta se antoja harto difícil.