Las claves
Pilar Cernuda
Comienza la pelea por los Gobiernos regionales
Las claves
Todos los españoles los conocen, todos. Han ocupado cargos del máximo nivel en gobiernos socialistas, pero sus actividades actuales se mueven más en la rumorología que en el de la transparencia, aunque pueden defenderse con un argumento sólido: han dejado las responsabilidades oficiales para dedicarse de pleno a la vida privada, a trabajos privados, a negocios privados, a mediaciones privadas. Lo que sucede es que se agradecería una mínima claridad sobre el papel que juegan en la esfera internacional, porque además de engrosar sus ingresos, lo que es perfectamente legal, en algunos casos esos ingresos sobre los que tanto se especula, están relacionadas con las conexiones internacionales-nacionales que adquirieran cuando ocupaban cargos en el Gobierno.
La mayoría de los ex políticos –aunque sería más riguroso decir que se trata de políticos que ya no ocupan cargos institucionales– pertenecen al partido socialista.
Ex ministros del PP han encontrado nuevo empleo en organismos internacionales, donde han tenido en cuenta su experiencia previa y su trayectoria profesional. Los hay, más en el PP que en el PSOE de los últimos años, que han sido invitados a entrar en el círculo de los grandes conferenciantes que forman parte de las agencias que se dedican a esa materia, pueden cobrar por una sola conferencia tanto más que el salario que recibían cuando ocupaban despachos oficiales del máximo nivel.
Ese negocio se inició en Estados Unidos, y entraron de lleno ex presidentes y personas que habían ocupado altos cargos del Gobierno, y pronto ese hábito se trasladó a Europa y por tanto a España. Las cifras que se manejan son tan altas, pero para recibir una invitación a pertenecer al “cuadro” de una de esas agencias hay que superar un listón que no alcanza cualquiera. Debe contar con una trayectoria tan relevante que lo convierte en figura mundial. Que tiene sobre su mesa ofertas de conferencias en dólares que se cotizan por centenares de miles de dólares, o contratos de memorias que pueden superar el millón.
Nada que ver estos casos con el de la media docena de ex dirigentes españoles socialistas con capacidad de abrir las puertas del despacho de dignatarios mundiales.
Tres nombres destacan sobre todos los demás y sus actividades, o supuestas actividades se mencionan a diario, pero con pocos datos contrastados: Miguel Angel Moratinos, José Bono y, sobre todo José Luis Rodríguez Zapatero.
La vinculación entre Zapatero y Moratinos está perfectamente contrastada. El ex ministro de Exteriores o tiene su centro de operaciones en los Emiratos Árabes y en Guinea Ecuatorial, y también contactos en otros países árabes, fundamentalmente Marruecos. José Bono divide su tiempo entre España y República Dominicana, y se ha incrustado en el círculo del presidente Luis Abinader, hasta el punto de que empresarios dominicanos le consideran asesor del presidente.
Muy centrado en el negocio inmobiliario y turístico, se le considera como uno de los españoles que ha hecho más fortuna en Dominicana, lo que no es exactamente cierto porque hace décadas que empresarios españoles han invertido en ese país caribeño. No sólo en el sector turístico, siempre creciente, que ha cambiado el paisaje con docenas de urbanizaciones de superlujo que atrae a personalidades de todo el mundo, sino que han invertido en otro tipo de negocios generan riqueza con rapidez gracias entre otras razones a la proximidad con Estados Unidos. Por ejemplo, han invertido en el tabaco; las trabas, controles y excesiva reglamentación del régimen comunista cubano han provocado que grandes marcas cubanas de tabaco se hayan instalado en República Dominicana. Con inversores españoles entre otras nacionalidades.
José Luis Rodríguez Zapatero se mueve en otro nivel. Es el español más influyente de Venezuela, hay quien dice incluso que es el hombre más influyente de Venezuela porque Nicolás Maduro no sólo le escucha sino que le hace caso. En todo. En cuestiones políticas y también comerciales. Sin embargo, en los últimos meses las fuerzas vivas de Caracas han querido ver un distanciamiento entre los dos personajes.
Cualquier operación que quiera hacer un español en Venezuela pasa por Zapatero. Incluidas las negociaciones para liberar a que cumpla prisión domiciliaria un preso político. Negociaciones que lleva personalmente el ex presidente con los presos, y les presenta las condiciones para mejorar su situación, que en la mayoría de los casos son de tipo político. De “colaboración” con las autoridades de Maduro. Como sabe muy bien Edmundo González, ganador indiscutible de las elecciones aunque Maduro nunca lo reconoció y continúa en la Presidencia.
Asilado político en España, Edmundo González fue alertado sobre las consecuencias de no aceptar la “solución española”.
También Zapatero tuvo intervención directa en que el gobierno español “rescatase” a la empresa Plus Ultra con 53 millones de euros, operación de la SEPI que provocó gran escándalo; se incluye ente los casos de presunta corrupción del gobierno Sánchez y se relaciona con el también polémico rescate de Air Europa. El Gobierno justificó el rescate a Plus Ultra por la importancia estratégica de la compañía... que cuenta con seis aviones. Lo que revela su verdadera envergadura empresarial.
El asunto que abrió más interrogantes o en las relaciones entre España y República Dominicana fue la llegada a Madrid de Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Venezuela, a Madrid. A Barajas, para ser exactos. Tiene prohibida la entrada en territorio UE y para salvar esa prohibición se la mantuvo en la zona de autoridades del aeropuerto varias horas hasta que se le autorizó coger un vuelo a Turquía.
Es amiga muy estrecha de José Luis Rodríguez Zapatero, como lo es su hermano Jorge, presidente de la Asamblea Nacional. Son las dos personas más poderosas de Venezuela, más aún que Maduro.
Aquella visita está plagada de irregularidades y sospechas. Acudieron al aeropuerto el entonces ministro Abalos con su hombre de confianza Koldo García. Y con Aldama, que también tiene negocios en Venezuela y que en una ocasión, según explicó el mismo, llevó en su avión privado de Caracas a Santo Domingo a Zapatero, supuestamente para un asunto relacionado con el petróleo venezolano.
Aquella estancia fallida de Delcy Rodríguez dejó muchas incógnitas en el aire, la principal por qué quiso aterrizar en Madrid, y que fue de las veintitantas maletas que llevaba en su avión, fueron descargadas y se las llevaron en una furgoneta con destino desconocido.
Se especuló con que llevaran oro –no es ningún secreto que en Venezuela los hermanos Rodríguez controlan las minas de oro que hay en el sur del país, aunque la versión que más circula por Venezuela es que se trataba de maletas con dinero contante y sonante: una operación de blanqueo del dinero del narcotráfico. Algún día se conocerá el porqué de aquel viaje y para qué. Pero en Venezuela, y en parte de España, nadie duda que Zapatero lo sabe.
En los últimos tiempos el ex presidente dedica mucho tiempo a China –quizá eso explique su distanciamiento de Maduro– y no es casual que en los últimos dos años el presidente Sánchez haya viajado en tres ocasiones a ese país, con visita previa de Zapatero para preparar sus encuentros con autoridades políticas chinas.
Viajes que serían comprensible en cualquier jefe del Gobierno del mundo, ya que China es hoy el país más atractivo para cualquier emprendedor o interesado en el negocio de la tecnología más sofisticada y la inteligencia artificial. Pero la presencia de Zapatero hace pensar que el interés hacia China por parte de autoridades socialistas no sólo tienen que ver con la política.
A ningún ex político se le puede pedir, mucho menos exigir, que una vez que deja sus cargos se aleje del mundo de los negocios. Pero sí sería obligado que esos negocios fueran absolutamente claros. E indiscutiblemente legales, por supuesto. Para que no dieran pie a rumores, y más que rumores, que no dejan en buen lugar ni a ellos mismos ni a los países en los que ocuparon puestos de máxima responsabilidad.
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