La nueva 'eco-moda' es cultivar la propia verdura en terrazas y balcones

Para tener una 'denominación de origen' en casa bastan unos cuantos elementos: semillas, agua, tierra, abono, sol e internet, (este último imprescindible para aquellos que no estén muy duchos en la materia). Las tendencias relacionadas con la agricultura ecológica están en auge, y ya hay quien se anima a hacer sus 'pinitos' en un simple macetero. Es una vertiente de lo que se ha venido a llamar 'agricultura o huertos urbanos', dentro de la que se inscribe, por ejemplo, la 'agricultura vertical' (verticalfarm en su acepción inglesa, acuñada por el inventor de esta modalidad, el profesor de la Universidad neoyorkina Columbia, Dickson Despommier).

La agricultura vertical consiste en cultivar alimentos aprovechando edificios vacíos o espacios de otros habitados. Se trata, aún, de una utopía que persigue el autoabastecimiento de las ciudades con el consiguiente ahorro en aspectos como la logística y las emisiones de dióxido de carbono en el medio ambiente.

En España algunas comunidades autónomas como Cataluña se han sumado rápidamente a otras vertientes más light que siguen la estela de pioneras como Whashington. Son los cultivos en parterres o maceteros que tapizan azoteas, terrazas y balcones. Es algo similar a la economía de subsistencia que aún sigue existiendo en los pueblos de interior en mayor o menor medida. Plantar patatas, tomates o lechugas, recolectar aceituna o almendra, son mecanismos de autoabastecimiento que aportan unos ingresos extra al hogar en 'especie'.

En Almería esta tendencia a plantar alimentos en vez de plantas ornamentales está apareciendo tímidamente en los balcones. Las hierbas aromáticas han sido, tradicionalmente, las especies más comunes. A la hierbabuena, menta o perejil se suman ahora pimientos, guisantes, lechugas o cebollas. Cualquier variedad es susceptible de ser plantada en una terraza, adecuando el macetero a las dimensiones pertinentes.

En Almería también hay ejemplos de 'agricultores' de balcón. Luisa Peral, maestra de Infantil, decidió "probar" a cultivar sus propios alimentos hace unos meses y creó su propio huerto urbano en la terraza de su apartamento.

El inicio no fue fácil. "Cuando fuimos a comprar, nos enteramos de que las semillas que venden en los semilleros son esterilizadas. Valen para una sola cosecha. Además solo se vendían sacos grandes para agricultura convencional a unos 500 euros cada uno". Recorrió varios negocios hasta dar con uno en el que vendían suministros para particulares. La inversión total, entre maceteros, semillas y abono ascendió a un total de 50 euros.

Para documentarse sobre el ciclo y los mecanismos agrícolas buscó material principalmente en internet. "No sabía nada del tema, pero ví que estaba más de moda de lo que parece".

Durante semanas pudo experimentar el crecimiento de las hortalizas y, meses después, la cosecha dio sus frutos. El resultado "no es rentable en términos económicos, pero te aporta la ilusión de saber que comes algo que has plantado tú. Y además se nota en el sabor y en el olor de los alimentos". Su experiencia ha sido satisfactoria, "no quería comer plástico y quería probar la utopía del autoabastecimiento", y piensa volver a repetir en la próxima 'campaña'.

La agricultura es un arte milenario que data de tiempos del Neolítico. Su evolución siempre ha estado ligada a la mano del hombre, al ritmo de crecimiento de la propia sociedad y a sus hábitos. En pleno siglo XXI se pueden añadir otras variables: internet y la denominada 'revolución verde'.

La conciencia ecológica y el afán por una alimentación lo más saludable posible están ganando adeptos en todo el mundo.