Finanzas

El sector leñero almeriense está que ‘arde’ con el eterno verano

Ana Belén Cañabate, de la Venta de Leña El Alquián, selecciona unos troncos para unos clientes. Ana Belén Cañabate, de la Venta de Leña El Alquián, selecciona unos troncos para unos clientes.

Ana Belén Cañabate, de la Venta de Leña El Alquián, selecciona unos troncos para unos clientes. / Marian León

Escrito por

· Pablo Laynez

Redactor

El sol pegaba, no con la fiereza del verano, pero sí con la suficiente rabia como para ir con manga corta el pasado martes. Eran los últimos coletazos de octubre y apetecía más estar tirado en la arena de la playa que recopilando leña para la chimenea, comiéndose un helado que pelando las primeras castañas de la temporada.

Es lo que tiene Almería: una borrasca atraviesa toda España con agua y frío, y aquí Eolo que sopla con la misma fuerza con la que se aprieta las asas de un fuelle para avivar un fuego que no termina de agarrar. Eso sí, por las noches ya está haciendo algo de humedad “y eso nos está ayudando con las primeras ventas para el hogar”.

La que explica la situación es Ana Belén Cañabate, una de las propietarias de la histórica Venta de Leña El Alquián, la que todos los que hayan ido al mercadillo del barrio 'jagebote' habrán visto merced a la enorme pila de leña que allí acumula la familia. Se trata de una empresa familiar, “pequeña, humilde, pero que presta una gran atención al cliente”, que abrieron los padres de Ana en la década de los 90 y ahora ha pasado a sus manos y a la de sus dos hermanos.

Su experiencia en el sector ya es tan robusta como el tronco de una encina o un olivo, la leña que ellos venden. Por eso, una simple mirada al termómetro les hace saber cómo va a ser, no ya el día, sino el momento de la campaña. Y, hasta ahora, Ana echa de menos la llegada del frío. “No todas las temporadas son iguales, dependemos mucho de la meteorología. Ahora mismo está floja la venta, ¡si es que no se va el calor!”, indica la alquianera sobre el eterno verano almeriense que ya tiene a todo el mundo con la mosca detrás de la oreja: “El cambio climático está afectando mucho al sector, nuestra época fuerte cada vez se retrasa más”.

De momento, la enorme pila de madera que ubicada en el porche de su comercio es el mejor reclamo para los clientes, fieles todos. “No te sé calcular el volumen de madera que tenemos, es mucho. Eso sí, se va renovando cada temporada”, indica la encargada que explica que tienen dos tipos de madera: encina y olivo. La primera tiene mayor poder calorífico y la segunda hace menos llama. Quizás la más apreciada sea la de encina, sobre todo por el buen sabor que deja en la carne para las barbacoas: “Además de para las chimeneas de los hogares, también vendemos a los restaurantes, las pizzerías o particulares que la quieren para asados en su casa”, dice mientras le suena el móvil. Un cliente viene en camino.

Ana Belén carga unos troncos en una de las carretillas que tienen preparadas. Ana Belén carga unos troncos en una de las carretillas que tienen preparadas.

Ana Belén carga unos troncos en una de las carretillas que tienen preparadas. / Marian León

Mientras llega, la alquianera habla precisamente de eso, de su clientela. Al ser un negocio familiar, de más de tres décadas y casi un emblema del barrio, sus clientes se mantienen fieles desde que su padre les vendía. “Cuando yo era pequeña y estaba estudiando, algunas veces me venía con mis padres y les ayudaba. Entonces, venían niños con sus familias que ahora siguen viniendo ya como padres”, asegura con una sonrisa en la boca y orgullosa de su venta de leña: “Los negocios pequeños somos así, son muchas horas, mucha constancia, mucho empeño en nuestro trabajo. Además, en un negocio como éste vamos al revés de todo el mundo: cuando más trabajamos y vendemos, son los días que los ciudadanos están libres y haciendo sus planes”, indica queriendo hacer un homenaje especial en sus declaraciones: “Mi padre ya está jubilado, aunque siempre nos aconseja y nos ayuda en todo lo que puede. Es nuestro mejor referente”. Sin duda.

Otro de los referentes de esa zona de la barriada 'jagebote' es precisamente su mercadillo. Los domingos son un ir y para de gente, que compra frutas, verduras, plantas, ropa, pollos asados, churros y, claro, quien necesita madera, aprovecha que tiene el coche en el aparcamiento del campo de fútbol para cargar. “Es un empuje que también tenemos, claro. Además, como tenemos la casa al lado del negocio, estamos disponibles para cualquier cliente que venga”, y con el esfuerzo de mantener los precios y no subirlos pese al incremento de costes que ellos sufren.

Finalmente, poco antes de que llegue el coche que poco antes había llamado para avisar, Ana Belén confía en que el tiempo cambie y el helor almeriense, comience a hacer temblar el esqueleto. “Las previsiones no son halagüeñas, el otoño se ha retrasado y supongo que al invierno le pasará lo mismo”, dice. Así, las ventas de leña almerienses seguirán mirando al termómetro, con ganas de que al sol también le apetezca encender la chimenena.

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