Rocío Romero Castillo rinde homenaje a su abuelo en un cuento sobre el duelo infantil

La escritora almeriense Rocío Romero Castillo debuta con un álbum ilustrado profundamente personal que parte del recuerdo más íntimo: la figura de su abuelo Francisco. Mi abuelo Francisco está entre nubes de algodón es un cuento que nace del amor, la pérdida y la memoria, pensado para acompañar a pequeños y grandes en los procesos de duelo.

Narrado desde la voz de una niña que ha perdido a su abuelo, este cuento ofrece una visión reconfortante de la muerte: la idea de que quienes se van, en realidad no desaparecen, sino que “duermen en nubes de algodón” y nos siguen acompañando en cada paso. A través de ilustraciones delicadas y versos sencillos cargados de emoción, Rocío transforma la ausencia en poesía, y el recuerdo en refugio.

“Es una historia que habla del duelo con ternura, honestidad y capaz de conectar con todo el mundo”, afirma la autora.

Inspirada por su propio abuelo, Rocío confiesa que escribió esta obra “en una sola noche”, movida por la intensidad del vínculo que los unía. Desde la infancia, ha sentido una inclinación especial por contar historias, pero fue durante sus prácticas en el grado superior de Educación Infantil cuando redescubrió el poder de la narración oral y escrita como herramienta emocional. “Sentí que lo mío era escribir, contar y vivir esas historias como si fueran mías”, relata.

Este cuento está dirigido a todas las edades. Su autora desea que sirva de consuelo para quienes atraviesan un duelo y como una herramienta útil para hablar con niños y niñas sobre la pérdida de un ser querido. El texto no solo rinde homenaje a su abuelo, sino también a todos esos abuelos, abuelas y personas especiales que marcan nuestras vidas.

“El lector se va a encontrar una historia íntima, bonita y real... un relato lleno de ternura, memorias y emociones que habla del amor, la ausencia y de cómo seguimos teniendo cerca a quienes ya no están, sostiene la autora.

Esta historia habla del duelo, mostrando que el amor y el cariño no desaparecen. Aunque no podamos verlos, sus abrazos siguen envolviéndonos en cada recuerdo, y su sonrisa vivirá para siempre en nuestra memoria.