La vieja industria del vidrio

tribuna

El Secretario del Consell Insular de Formentera y miembro del Consejo Asesor de Derecho Civil de las Illes Balears elogia la gran exposición de los vidrios de María y Castril

La vieja industria del vidrio
Ángel Custodio Navarro Sánchez

30 de septiembre 2018 - 02:32

Pocas veces en la vida una exposición o un libro rescatan de la memoria un quehacer de siglos, una expresión cultural y una historia, y el pueblo a que se refieren, responde y se identifica y se ve representado: eso sólo sucede en aquellas ocasiones excepcionales en que la Providencia y los hombres se juntan, la hora es propicia, y alumbran maravillas; luces de Eternidad. Esto es lo que ha ocurrido con la magna exposición: La esmeralda frágil, a propósito de la Investigación, exposición y divulgación de los vidrios de María y Castril entre los siglos XVI al XIX, organizada por el Museo Miguel Guirao de Vélez Rubio y el Centro de Estudios Velezanos (CEV).

Sabíamos, conocíamos alguna cosa, pero no llegábamos a comprender, a hacernos una idea del valor profundo -en todos los sentidos imaginables, en su belleza, pero también en su utilidad, en su fragilidad, en su infinita modestia, en su versatilidad cotidiana- de lo que estas piezas y la industria que comportó, representaron en estas comarcas del norte y noreste del antiguo Reino de Granada.

"Rememorar lo del vidrio de esta tierra, nos hace pensar que lo que hubo en María fue grande"

Con el celo y el mimo sabio que únicamente una experta concienzuda y brillante como historiadora del Arte y museóloga como es Encarnación María Navarro López podía imprimir a esta empresa y con un equipo sobresaliente de sabios, todos ellos, y en cada una de sus especialidades, la comarca de los Vélez ha redescubierto los valores inmensos que estas obras atesoran. Así lo atestiguan los trabajos que forman el Catálogo, en fidedigna mezcolanza, de saberes y conocimientos, también objeto de publicación en Revista Velezana, número 36, año 2018: Vicente González Barberán, sabio entre los sabios del Sureste, del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino; José Fidel Rosillo Martínez, del grupo de Investigación de Geología y Grupo de Investigación Ciencia y Tecnología del Suelo de la Universidad de Murcia; por el erudito historiador velezano, Dietmar Roth; de la citada Encarnación María Navarro López; del coordinador del CEV y experto bibliófilo, José Domingo Lentisco Puche; de José Juan López Ródenas, ex alcalde y artífice de la recuperación de la actividad vidriera en Castril.

La exposición ha sido de un éxito tal y ha alentado a tanta y tanta gente a ponerse a pensar si algo guardaban en las cámaras de sus casas y cortijos; o, en otros casos, en otros lugares, por ejemplo, de boticas y boticarios; o en otros sitios, y a recordar dónde podían estar o guardarse piezas equivalentes a las expuestas, que se ha producido una eclosión en sede de recuerdos.

Y a lamentarnos si, pese a buscar y escarcullar por todas partes los objetos que pensábamos que se guardaban, se han perdido o, de puro alzaicos que están, Dios sabrá dónde paran, si es que existen o no son más que fantasías de algo que pasó y se perdió, un día. O se arrumbó.

Con la exposición y el catálogo se ha puesto en su estricto lugar el valor de estos vidrios en el panorama no solo del Sur y Sureste peninsular, sino de España entera e, incluso, porque hay piezas con origen en nuestra tierra guardadas o depositadas en los más grandes y mejores Museos de Europa, de ejemplo en y entre las significadas del continente: algo hasta el día desconocido, o solamente entre estudiosos y eruditos, pero no del pueblo en su manifestación más concreta. Sin vanagloria falsa, se ha recuperado una memoria que intuíamos rica, pero no hasta el punto de saber que expresa unos valores -industriales, históricos y económicos- relevantes durante siglos; en un lugar apartado de la geografía, pero que es la de nuestro entero y estimado país del Sureste.

La riqueza forestal de nuestras sierras, fuente de madera para los hornos, motivo también de polémicas históricas por su córteda y las arenas, acertadamente descubiertas como óptimas para fabricar vidrio; y los oficios de los vidrieros se nos ofrecen a lo largo de los diversos artículos, y apreciamos vida, trasiego de cacharros, aprendizajes, mejoras, avances, fabricación de filigranas (cuando se terciaba), y miles de miles de productos de uso cotidiano. Y, como casi si de reliquias se tratara, el haberlas preservado, guardado y haber llegado (o no) hasta nuestros días; en y con toda su fragilidad, y con todo su carácter.

El pozo sin fondo de sugerencias que estas filigranas nos sugieren, como Arte, y más que como simple artesanía, y también como Industria, obligan a proseguir en la investigación, y a abarcar, desde las diversas categorías del conocimiento, a vaciar archivos, protocolos notariales (en particular del siglo XIX a propósito de hijuelas, cartas de dote, relaciones de ajuares, testamentarías de bienes muebles, etc.), y documentar, más aún todo este mundo, inclusive el nombre genuino y auténtico de las piezas, si se guarda; sus cambios con el paso del tiempo; el confort o la utilidad que representaban. Y su mantenimiento, hasta finales del siglo XIX, época de nuestros tatarabuelos pero que, por tradición familiar, algo nos llegó, a través de los bisabuelos, a nuestros abuelos: la generación que conocimos, de modo que, del todo, la memoria por completo no se había eclipsado y perdido, por ejemplo, en usos tan cotidianos, en el país, como es la materia de las garrafas de aceite y de las aceiteras.

Nos consta el mantenimiento de esta industria en la villa de María más allá de lo conocido o difundido, bien entrado el siglo XIX, según el Novísimo Diccionario Geográfico, Histórico, Pintoresco Universal, editado en Cuba, 1868; y luego su arrumbamiento y fin. De ahí el valor extraordinario de la difusión de su por qué, y de las piezas que se han logrado preservar por particulares o por Administraciones Públicas y entidades culturales.

El camino de no retorno iniciado, y el antes y el después que estos redescubrimientos comportan, nos conduce a una felicitación colectiva, por el hito conseguido, si bien no consumado todavía: aún habrá más, seguro, que hay que seguir avanzando en más investigación, y esperar nuevos hallazgos, inclusive el estudio de la vida -la pequeña historia de la vida cotidiana de nuestra tierra- relacionada con estas piezas, y los menesteres más curiosos que comportaban; o en otros casos, el lujo que explicitaban, según los titulares y los destinos de los bienes…

Desde la distancia de las islas Baleares, y conociendo desde pequeño la excelencia del vidrio en la isla de Mallorca, rememorar lo del vidrio en nuestras tierras -comarcas de los Vélez y de las Altiplanicies de la Sagra- y ahora difundirlo, nos hace pensar, y afirmar que lo que hubo en María fue grande, muy grande, y merece todo nuestro recuerdo y apoyo, como lo de Castril.

Porque no solamente llega al corazón, la contemplación de su belleza o a los sentimientos más profundos de nostalgia, su recuerdo: llega al intelecto mismo, y ahí descubrimos que, como Arte e Industria, tuvo un valor fundamental en la construcción de nuestras tierras, y de su entera riqueza.

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