Huérfanos

Cuando uno atraviesa una profunda crisis como la que asola a la UD Almería hay situaciones aceptables, que más o menos asumes con resignación y eres capaz de llegar a entender, y situaciones inaceptables, que exceden la lógica y se sienten como una tomadura de pelo. Entre las primeras entran el confeccionar un proyecto fallido, algo que puede ocurrir, o el asumir que se han lesionado jugadores importantes, lo cual es un imprevisto. Entre las segundas, las inexplicables, se podrían incluir el no ser capaces de ganar un solo partido en un tercio de competición o el recibir, casi sistemáticamente, tres goles en contra por encuentro. Pero hay una que va más allá de todo esto, y es el silencio que los dirigentes de este club han acuñado.

Empezando por Turki, asiduo tuitero que, sin embargo, no encuentra un mísero minuto en su ajetreado día a día para redactar -o para ordenar que le redacten- 280 caracteres en relación a esa entidad que compró hace un lustro. Lo mismo ocurre con El Assy, segundo de a bordo y encargado, normalmente, de ser quien habla en nombre de su excelencia. Tampoco ha encontrado el egipcio un rato para situarse delante de la prensa a reiterar su promesa de que el Almería nunca más descendería a Segunda. Agendas apretadas.

Como la de un Joao Gonçalves que, pese a ser cómplice y ejecutor, pasa de puntillas en los análisis de la situación unionista. Hablar, explicar, justificar o responder no hará que el equipo marque goles ni que los puntos lleguen, pero sí tranquilizaría a una afición que se siente huérfana.

En el horizonte, además de un más que posible descenso, hay dudas que se ciernen sobre la ciudad deportiva, las obras del estadio o la viabilidad del proyecto deportivo, temas que no sabemos si casan con regresar a Segunda teniendo en cuenta que la directiva, osada, jamás valoró tal escenario. Plantarnos tu cara en fotos, banderas, pancartas, carteles e, incluso, tifos, es fácil cuando se gana. Lo difícil es mostrarla cuando se pierde.