Análisis

carmen pérez

Universidad de Sevilla

Sufrimiento empresarial

Las declaraciones del ministro de economía alemán, Robert Habeck, recogidas en el Financial Times esta semana, son tremendamente impactantes. El ministro señala que la industria alemana ha trabajado duro para reducir su consumo de gas en los últimos meses, cambiando a combustibles alternativos, haciendo que sus procesos sean más eficientes y reduciendo la producción. Pero advierte que ahora muchas empresas están parando por completo. Una tendencia "alarmante".

Los líderes empresariales, en ese mismo artículo, apuntan que la disminución del consumo de gas por parte de la industria (un 21% menos en julio de 2022 frente a 2021) se debe a la disminución dramática de la producción. No es un éxito de eficiencia, sino la expresión de un problema masivo, aludiendo a que se ven afectadas tanto la gran industria como las pequeñas y medianas empresas: sienten angustia todas las empresas de la eurozona para las que la energía sea un componente importante.

El ministro se centra en los costes energéticos, pero no sólo ellos golpean las cuentas empresariales. Muchas empresas han visto también aumentar el coste de las materias primas necesarias para su actividad. Aunque, según los datos del FMI, los precios de los metales, de algunos alimentos clave, como el trigo, la avena, la cebada o el maíz, o de los fertilizantes han bajado en los últimos meses, siguen estando muy por encima de los que marcaban en años anteriores.

Por si fuera poco, los intereses de la deuda son otra partida de las Pérdidas y Ganancias empresariales al alza. El Euribor a doce meses, la referencia más utilizada en los préstamos variables, se sitúa ya en el 1,758%, cuando hace unos meses marcaba valores negativos. Y esto no va a hacer más que empeorar porque el dato de la inflación de la eurozona de agosto, el 9,1%, un nuevo récord histórico, va a presionar al BCE para que el próximo jueves esté más proclive a una nueva, y más agresiva, subida de los intereses oficiales.

Y queda todavía otro sufrimiento más para las cuentas de resultados: los costes laborales. A los empleados no hay más que darles la razón, sobre todo a las de rentas bajas, por defender una subida de sueldos. Para muchos, muchísimos, la situación actual es insoportable. Con todo, también se entiende que las empresas pidan moderación, porque ellas además tienen que enfrentar el incremento de los costes sociales asociados, y subir sus ingresos en un contexto en el que las familias están disminuyendo drásticamente sus compras de productos y servicios no resulta nada fácil.

Empresas y empleados tendrán que llegar a acuerdos para que el sufrimiento sea compartido justamente. No hay otra. Lo que no es de recibo es la postura de la ministra Díaz enrareciendo el ambiente: "Tienen toda la razón para salir a la calle". Es echar leña a un fuego que está bien caldeado. Pueden multiplicarse las huelgas. Mejor que los anime a negociar y se concentre en encontrar soluciones de alivio a las familias para que no se desarrollen movimientos como el Don´t Pay británico, que busca que masivamente se dejen de pagar las facturas eléctricas, y que podría extenderse al agua, gas, préstamos o tasas e impuestos. Sería el caos.

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