Como el año que fue

27 de diciembre 2025 - 03:06

Lejos de las sensaciones de años pasados, en los que hubo que esperar a la tortuosa cuesta de enero para plantear la problemática, a la UDA le toca irse al parón con la necesidad de un examen de conciencia y retar a la poderosa tradición, que no ha sido otra que pasar de ser un equipo prolífico y permanentemente amenazante a un muñeco de trapo capaz de exhibir sus peores vicios. Una suerte de metamorfosis de la que, si bien goza de un diagnóstico, suele costar dilucidar los motivos de tan acusado desplome. Lo cierto es que, pese al refuerzo positivo constante desde la portavocía del club, este «nuevo Almería» se parece peligrosamente al viejo. Al de toda la vida. Al funambulista. Tendrá la oportunidad de diferenciarse si hace de este bache un motivo para reformularse, derribando el preescolar dogma filosófico de rechazar el retroceso incluso como pretexto para impulsarse. Sin embargo, lo desconcertante estriba en que, seguramente, la UDA tenga taras de plantilla que deba solucionar a la mayor celeridad: falta de perfiles desequilibrantes, necesidad de reforzar su ataque ante la fertilidad de sus nueves y una defensa que pende de un hilo. O de dos, más bien. Resulta así imprescindible que se haga un buen trabajo de orfebrería para dar sentido a las puntadas de verano. Aunque la UDA, haciendo honor a la verdad, es un equipo redondeado, parece urgente dotarlo de más capas y hacerlo menos previsible dentro de la imprevisibilidad naturalmente presente por la influencia de futbolistas superlativos. Se plantea así el debate de si irse a Navidad con la mosca detrás de la oreja, lejos de la quietud de 2024 o 2021, puede favorecer la reinvención: otra de las grandes asignaturas del nuevo, no tan nuevo, Almería.

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