Vámonos a hacer pascuas
Suspensos y aprobados
Resulta difícil poner nota al año natural de un club por lo difuso del tema. Para empezar, porque se trata de evaluar dos medias temporadas. Luego, porque en el caso de la UDA no parece haber términos medios: el objetivo era ascender y no se ha logrado. ¿Da eso a su 2025 un suspenso del mismo modo que haber terminado en Primera le otorgaría automáticamente un sobresaliente? Entonces, ¿dónde quedarían el notable, el bien o el suficiente? Un todo o nada extremo. Por ello, habría que analizar más aristas además de la clasificatoria. A nivel proyecto, el club, cuyos movimientos económicos son más que extraños, hizo una necesaria limpieza de plantilla que llegó un año tarde. Además, sostuvo al capitán del barco en un movimiento atípico para esta impaciente directiva. Rubi, eso sí, se queda sin excusas: no subir el año pasado tenía lógica; no hacerlo tras una renovación profunda del vestuario lo pondría en el disparadero. Es en cuanto a infraestructuras donde el insuficiente es más pronunciado. El Almería sigue teniendo el estadio más frío del fútbol profesional por culpa de una propiedad que promete y no actúa. Con la ciudad deportiva en el olvido, ya apenas pedimos no tener que usar prismáticos, sobre todo, desde los fondos. Y es aquí, el apartado social, donde hay que concluir. Da la sensación de que, tras varios años de crecimiento, la afición rojiblanca se ha acomodado. El himno cada vez pinta peor, la afluencia al estadio apenas crece, el ambiente es soporífero y el desfile de aficionados antes del final es tradición. El 2025 se salda con un aprobado raspado que hace que el 2026 se afronte con mucho por mejorar, pero con una premisa clara: todo será más sencillo estando en Primera. Es fundamental.
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