Txabi Ferrero

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Lo chusco y soez, sin ton ni son

La despedida de Rubi ha sido recibida con división de opiniones. Algunos lo han hecho con tristeza y otros se han alegrado, con respeto. Existe un tercer colectivo que ha recurrido a la descalificación profesional. Han hecho leña del árbol caído, un recurso más viejo que andar a pie, y han renovado sentencias viejunas como la que dice: "Tanta paz lleves como descanso dejas". Hay cosas importantes y cosas que importan. Y hay personas con clase y clase de personas. La despedida ha retratado a quienes recurren a lo chusco y soez, hablan con los intestinos y dejan oír lo que les sale por la boca. Decir que "la UDA se ha salvado a pesar del entrenador" es un sinsentido y marca el libro de estilo de su autor.

Rubi podría gustar más o menos o nada, pero otra cosa es desvariar y faltar a la verdad y a la persona. Ha logrado la permanencia tras firmar el ascenso, una doble gesta sólo al alcance de Unai Emery. Lo ha hecho con muchos apuros, es cierto, pero criticar su trabajo equivale a pensar que el equipo y la plantilla estaban capacitados para gestas mayores. Y creo que se ha visto y comprobado que no era así.

Rubi ya no está, pero aún retumban las barbaridades, sin ton ni son, de quienes se quedan. La intensidad y acidez de sus comentarios quedaron aparcados en otros casos. Como fue el de quien recogió al equipo en Primera, sin haber hecho demasiado méritos. Se puso el foco en las formas de su despido y no se oyeron lindezas como las de ahora. A uno te lo puedes tropezar en Obispo Orberá, saludarle y pasarle la mano por el lomo e incluso ser el depositario de alguna confidencia. El otro se ha despedido en solitario, sin bombo ni platillo, glosando a la provincia como si fuera un agente de una compañía de viajes. Casos y cosas. Guiones distintos para personas diferentes.

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