Cómo complicarse la vida

Seamos francos. Lo de Cádiz sigue escociendo. Lo tuvimos en la mano, por fin pudimos identificarnos con nuestro equipo ante la adversidad, después de un arbitraje tan nefasto como sesgado del trencilla Palencia Caballero. Estuvimos nadando para morir ahogados en la orilla. El punto, tal y como había ido la cosa, habría sido de oro, un mal menor. La derrota nos complica la vida, y de quÉ manera. Se quejaba Rubi, no sin razón, de que el equipo arbitral nos había borrado, aunque también decía que de nada servía montar un pollo y que no iba con nuestro estilo hacerlo. Discrepo. El viernes por la noche el cuerpo me pedía una reacción mas visceral y humana del entrenador catalán, al estilo de Pepe Gomes en su día. Es verdad que no habríamos rescatado ningún punto y al colegiado no le va a pasar nada. No es menos cierto que la pataleta podría haber incluso empeorado nuestras relaciones con el estamento arbitral, pero el cuerpo nos pedía comisaría, como dice aquel. De todos modos, por más que fue un robo a la altura del que sufrimos en el Bernabéu la temporada pasada, tampoco podemos olvidar que si hemos llegado a esta situación ha sido por la vergüenza que ha dado este equipo en sus desplazamientos en los 4 últimos meses, donde hemos ido tirando puntos a unos niveles bochornosos. Si el equipo hubiera tenido una actitud distinta en todo este tiempo, si Rubi hubiera manejado la situación de forma más efectiva, el equipo tendría, por lo menos, 9 o 10 puntos más y estaríamos peleando el ascenso directo. No, Palencia Caballero no nos ha dejado sin el ascenso directo. No, el colegiado del Cádiz-Almería no nos ha complicado la promoción. No, si estamos como estamos es porque, salvo Luis Suárez, el equipo ha sido un completo desastre y se ha condenado con el esperpento de segunda vuelta que llevamos. A pesar de todo, una cosa está clara. Dependemos de nosotros mismos para lograr el billete a la promoción, pero ya no hay margen de error y solo nos sirve ganar lo que resta de liga…