Análisis

Francisco G. Luque Ramírez

Un esperanzador 'doblete'

Hace cuatro años, en Laredo, el Club Deportivo El Ejido hacía historia al subir por primera vez a la Segunda División B. La entidad, fundada en 2012, daba un importante paso en su objetivo de volver a ilusionar a su pueblo con el fútbol después de la triste desaparición del histórico Poli Ejido, club que lo único que tiene que ver con el actual es el celeste de su indumentaria. De la mano de Alberto González como técnico, el equipo del Poniente almeriense volvía a poner a la localidad de El Ejido en el mapa del fútbol nacional y el proyecto fue como un imán para avispados como Pierre Mevy, empresario que llegó a tierras ejidenses prometiendo la categoría de plata y lo único que dejó fue un CD El Ejido endeudado y en Tercera. El israelí salió por la puerta de atrás y sin despedirse de una entidad que, en circunstancias normales, habría tardado años en recuperarse deportivamente y, sobre todo, económicamente. Para lo segundo aún tiene mucho trabajo por delante, pero en lo primero el CD El Ejido ha dado toda una lección de superación a lo largo de esta recién finalizada campaña. Un verano después de su trágico descenso, los celestes han vuelto a recuperar el terreno perdido celebrando su retorno a la categoría de bronce, siendo esta vez bajo las riendas del entrenador David Cabello y con un nuevo presidente, Alejandro Bouzas, que ya ha dejado claro que su objetivo es hacer un club grande pero despacito y con buena letra. Veremos si el argentino sí es capaz de cumplir su palabra. Por lo pronto, pocos días después de ser presentado oficialmente como máximo mandatario, el club ha celebrado dos ascensos, uno sobre el césped y otro en fútbol sala a Segunda. Esto demuestra que, a pesar de las adversidades por las que ha pasado esta entidad que en ocho años ha ascendido dos veces a Segunda B, el proyecto celeste, quitando algunos fallos que le han pasado factura, es fiable y parece que cada vez más sólido, porque solo los fuertes se levantan de esta forma tras un duro tropiezo. Y eso ha sido gracias a la perseverancia de personas como Vicente Puertas y Javi Fernández.

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