La recta final

L os infames y terroríficos parones de selecciones terminaron, al fin, hasta 2024. Podemos gritarlo y celebrar. No deja de ser contradictorio: para un aficionado del Almería este paréntesis supone un respiro, la garantía de que nadie te estropeará el fin de semana -salvo que te importe un insulso Chipre-España-, pero, al mismo tiempo, es tedioso afrontar catorce días sin competición liguera. Este descanso ha servido para abrir la puerta a un nuevo tramo del campeonato, el de la recta final de la primera vuelta. Como ese puente de diciembre que para los estudiantes supone la calma antes de la ajetreada última semana de exámenes, los equipos encaran estos seis encuentros sabiendo que, tras ellos, media suerte estará echada. Y lo cierto es que el panorama no es alentador para el Almería. Los tres puntos en trece jornadas deberían, cuanto menos, triplicarse en el peor de los casos, lo cual se antoja complicado teniendo en cuenta que los de Gaizka Garitano aún deben visitar a Atlético, Barcelona u Osasuna. Y, aunque nunca es aconsejable descartar una victoria, lo cierto es que sería una sorpresa casi sin precedentes que los rojiblancos, vírgenes en cuanto a triunfos, dieran una campanada en el Metropolitano, Montjuic e, incluso, a estas alturas, El Sadar. Esto, sin contar con que la segunda vuelta se inicia con Girona y Real Madrid como entrantes, actuales líder y colíder, respectivamente. El panorama hace que haya, sobre todo, tres partidos marcados en este aterrador calendario unionista: los envites en casa ante Betis y Mallorca e, inevitablemente, el choque de hoy en Getafe. Que la reacción llegue en el Coliseum es obligatorio, y sacar adelante los dos encuentros que quedan en casa tras una desastrosa primera vuelta como local debe ser el siguiente paso. Seguir haciendo cuentas a estas alturas es milagroso, inútil, fantasioso e inocente, pero si algo nos ata a este deporte es la irracionalidad. Ojalá Getafe sea el bálsamo que fue el año pasado para los rojiblancos.