Reincidentes

La penosa eliminación de la Copa y el peligroso acercamiento al final de la primera vuelta, meses donde la UDA experimenta su archiconocida e inexplicable metamorfosis futbolística, hacen sonar las alarmas y vuelven a dejar el cuerpo atenazado, conocedor de los hematomas que provocan los mencionados síntomas. Bien es cierto que, aunque el valle que está atravesando la UDA venía siendo más de puntuación que de fútbol, la derrota en Elda agudiza la necesidad de reforzar el plantel y, sobre todo, disminuye la confianza en unos futbolistas que, si bien estaban gozando de relativo protagonismo, necesitaban presentar su candidatura con decisión y sin titubeos. Nada más lejos de la realidad. La UDA fue arrollada en un partido pobre, pero también demostró una intensidad y actitud por debajo de lo exigido y permisible: consecuencia y causa. De nuevo, el testigo le cae al míster rojiblanco, con la responsabilidad de que su Almería no vuelva a los infaustos eneros de 2022 o 2025, mitigue la indolencia que sentó su imperio en los mencionados años y refuerce la autoconfianza de un colectivo que ha pisado ligeramente el freno. Saber reponerse es fundamental para resignificarse como equipo y paliar el miedo a la caída. Seguramente, la gran asignatura de Rubi como técnico rojiblanco, que en Segunda no ha sido capaz de salir indemne de su cuesta de enero particular. Reincidir sería una mancha en el historial; máxime cuando, tal y como se nos está intentando trasladar a toda costa, las cosas en el vestuario indálico han cambiado, por lo que escenas preocupantes como las vividas en Elda no son coherentes con la narrativa que emana desde la portavocía. Y que, por ahora, decido creer con base en lo visto… pero el movimiento se demuestra andando.