Análisis

Francisco bautista toledo

Los ritmos del calypso

Simón Zabell navega en su Calypso por los mares del mundo. Ya pasó por la etapa del Pacífico, descansando ahora en puertos del Caribe. Siempre ha unido el pintor su acción plástica con el ritmo musical, caso de aquella exposición que presentó hace años en Sandunga, yendo ahora más allá del simple acompasamiento, pues propone fundir en un núcleo común las formas, el color y el ritmo musical.

El ritmo nace de una sucesión armónica de notas, cada una con una topografía sensitiva propia. Altos, valles, subidas abruptas y caídas suaves. Se engarza una sucesión de impulsos vibrantes, de acuerdo a una formula establecida, que genera una onda continua que incide en el estado emocional del sujeto que la percibe. Vivimos en un estado de energía, expresado por ondas.

Este es el efecto que Simón Zabell consigue en su instalación última, en la que presenta nueve piezas pictóricas y cinco esculturas, acompañadas de varios temas musicales, elaborados por el artista y por el compositor Craig Stuart Garner. Aúnan sus ritmos, el musical, el cromático, y el visual. Las repeticiones en sus piezas responden a una sucesión armónica, de acuerdo a la melodía que se quiere desarrollar.

Las figuras llevan en su geometría la nota precisa. Su repetición, al igual que en los cuadros, desarrolla el ritmo buscado. Los colores engarzados, la organización espacial de la Sala, genera un espacio dinámico, sujeto a la influencia de las obras allí expuestas, creando un entorno propio, sentido, potenciado por la melodía que por ella deambula.

Es en los mares del Caribe, lugar del Calypso, junto al barco homónimo que lo ha transportado en su aventura plástica, donde rescata de la memoria los sonidos ancestrales portados por los esclavos africanos. No es la representación plástica así entendida un mero elemento estético que agrada, o enseña la ingeniosidad técnica del artista, sino un viaje hacia las entrañas de los espíritus ancestrales, cuando a través del signo dibujado, el tono de la mancha o el sonido acompasado, se intentaba comunicar con los dioses, los genios que explican la realidad y sus fenómenos. Era un intento de unirse a la transcendencia que los salvara de la contingencia material. Esto era lo que ofrecía la ninfa Calypso a Ulises.

Consigue Simón Zabell construir una obra rotunda, rica en contenido, de intensa inteligencia estética y poderosa huella plástica. Mas el viaje no ha concluido, nuevos hallazgos superarán lo actual, mientras, este excelente artista navega por los mares de la creación.

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