NOTAS AL MARGEN
David Fernández
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De acuerdo con que la democracia no se instaló en España, por arte de magia, al día siguiente de la muerte del dictador, pero su desaparición en el año 1975, fue como si a la dictadura se le hubiesen cortado las alas y se despajaba el camino hacia la libertad. Arias Navarro, que ocupaba el cargo de presidente del Gobierno, dio la noticia de la muerte de Franco con lágrimas en los ojos y todo lo que vino después fue poner en marcha un proceso necesario, la llamada transición, para establecer un régimen democrático. La famosa frase “atado y bien atado” que pronunció el dictador, pronosticando la continuidad del llamado Movimiento Nacional, se la llevó a la tumba. Las pretensiones de Arias Navarro de permanecer en el cargo manteniendo el legado del dictador, se esfumaron a los pocos meses, siendo obligado por el Jefe de Estado, Juan Carlos I, a abandonar la poltrona. Su sucesor Adolfo Suárez, tuvo muy claro que no estaban los tiempos para dar marcha atrás, emprendió el procedimiento necesario para conciliar voluntades y sometió a referéndum una Constitución que se aprobó en al año 1978. Con la muerte de Franco se abrieron las puertas a la libertad y mucho se ha tardado en celebrar dicho acontecimiento. En comparación con la reprobación y condena que han tenido los regímenes totalitarios tras su desaparición en otros países europeos, en España poco se ha explicado sobre los años de censura y represión durante el franquismo. Mientras que en Alemania se condena la presencia de cualquier símbolo que represente la memoria del nacismo, en nuestro país se ha permitido la creación y permanencia de la Fundación Francisco Franco, sin tener en cuenta lo que representó la dictadura. Con la serie de actos que el Gobierno, bajo el título “España en libertad”, ha programado para celebrar la evolución del país tras la muerte de Franco, se presenta la ocasión de explicar lo que significaron los cuarenta años de dictadura franquita, sobre la que, oyendo algunas manifestaciones, se percibe un desconocimiento considerable. La ignorancia llega a tal extremo que Alberto Núñez Feijoo ha comparado a Pedro Sánchez con Franco en una intervención parlamentaria y la señora Díaz Ayuso, le ha calificado como un “tirano” que lleva a España camino de una dictadura. Resulta paradójico que siendo un “tirano” Pedro Sánchez, puedan referirse a él, con absoluta libertad, empleando los calificativos que acostumbran. El franquismo era otra cosa.
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