En menos que canta un gallo

Conversando de toros con Antonio Berenguel

Este ilustre aficionado paladea la prosa de la tauromaquia como se paladea un excelente vino de Laujar. La defensa y la protección del toro bravo, el verdadero protagonista de la Fiesta, son sus objetivos. Antonio cuida la palabra, la moldea y le da forma. Hablar de toros con él es ver pasar el tiempo machadiano, con las agujas del reloj, en el mismo sitio que marca el comienzo de una corrida, en la feria de la Virgen del Mar: este año ya con José.María Garzón, como empresario. (En Almería, reaparecerá Emilio de Justo en un cartel de relumbrón). Antonio me habla de toros como el sabio que todo lo conoce: con sublimidad, con estilo, con educación aristotélica. Dibuja el árbol genealógico de la ganadería de Adolfo Martín Escudero, con sapiencia enciclopédica. Llega al marqués de Albaserrada, Santa Coloma y Saltillo y al tronco común Vista Hermosa, con una antología de detalles.Antonio, como lector agudo de las tardes taurinas, describe el comportamiento, el tipo, la morfología, la capa, y tantas otras características de los adolfos, que identifican su sangre Saltillo. Como observador privilegiado, establece las diferencias de aquellos con los victorinos y los toros de José Escolar. Antonio Berenguel es a la tauromaquia, lo que Azorín, a la literatura: un filósofo y un hermeneuta.

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