Las fechas conmemorativas, como la de mañana 8 de marzo, Día de la Mujer, tienen una función esencial de celebración y, sobre todo, deben de servir para hacernos pensar 115 años después, ya que fue en 1908 cuando las costureras industriales de una fábrica textil de Nueva York fueron a la huelga para protestar por las pésimas condiciones laborales y la excesiva jornada laboral, donde 129 mujeres trabajadoras perecieron en el incendio provocado por los propietarios para silenciar sus reivindicaciones.
Los hombres de entonces no entendían estas reivindicaciones, consideraban que la mujer estaba "loca", que era una osada. Tras una lluvia de violencia, llegó el momento cuando por fin, Naciones Unidas reconoció no solo decidir que este día fuese el Día Internacional de la Mujer Trabajadora (término este último ya no usado, ya que todas las mujeres, ya sea en casa o fuera de ella son trabajadoras), sino que logró un color que representase el sufrimiento hasta entonces vivido, ese color es el lila.
Hoy que la crisis económica campa a sus anchas, es preciso seguir defendiendo el derecho al trabajo y la igualdad de oportunidades para evitar que, con la excusa de la falta de empleo, se intente enviar a las mujeres a sus hogares para "quitarle los mocos a los niños" y cuidar de sus pucheros.Más que nunca es necesaria la solidaridad entre hombres y mujeres, mayores y jóvenes.
Cualquiera que sea la razón por la que cristalizó ese injusto techo de las aspiraciones de la mujer, por el simple hecho de serlo, ha de ser combatida, porque todos tenemos derecho a construir nuestra vida profesional en igualdad de condiciones. No obstante, los avances normativos en el ámbito laboral en materia de igualdad de los últimos años no ha sido nada despreciable, pero sigue siendo insuficientes.
La desigualdad nos mutila, tanto a hombres como a mujeres, porque nos limita como personas y ahoga nuestras posibilidades. Es de justicia y porque con la equidad (podemos decir también, igualdad) ganamos tanto los hombres como las mujeres. Los hombres debemos tener el convencimiento de que sin la decidida implicación la igualdad no es real, no sería posible.
"No son medias naranjas, son naranjas enteras". Ganan al dejar de ser media naranja y poder desarrollar funciones sociales importantes. Solo se trata de ser personas enteras y con la igualdad por bandera.
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