Utopías posibles

Diferencias norte-sur, cada vez mayores en la UE

En mi interés por trasladar a través de esta tribuna algunos temas relacionados con la UE, hoy me quiero referir a las diferencias entre los países del norte y del sur y los problemas que de ellas se derivan. Estas diferencias se hicieron muy evidentes durante la crisis económica de 2008, cuando se llegó a utilizar el término peyorativo de PIGS, pero siempre han existido y se han vuelto a poner de manifiesto recientemente en la negociación de los fondos de recuperación.

Durante la reunión para llegar a un acuerdo sobre estos fondos, los ciudadanos españoles vimos en las noticias las duras negociaciones que se llevaron a cabo, las reticencias de algunos dirigentes europeos, el más visible fue el primer ministro holandés, el frente común entre España, Italia y Francia, la ayuda decisiva de Alemania, los acuerdos que se alcanzaron y los aplausos que recibió nuestro presidente del gobierno a su regreso a nuestro país.

Es evidente que cuando se habla de distribuir fondos en la UE las negociaciones suelen ser muy duras, fundamentalmente porque el dinero sale de unos países con destino a otros y los primeros quieren saber por qué los segundos lo necesitan, qué uso van a hacer y qué medidas van a adoptar para que no vuelva a ocurrir de nuevo en el futuro.

Recientemente leía un artículo del prestigioso columnista alemán del Financial Times Wolfgang Münchau, considerado uno de los mayores expertos del mundo en la eurozona, que se refería a este asunto diciendo que las diferencias norte-sur son ahora mayores que nunca.

En su artículo, W. Münchau señalaba que, durante las discusiones sobre los fondos, el ministro holandés de finanzas solicitó que se investigara porqué el sur había llegado a una situación en la que necesitaba esos fondos. En opinión de este ministro, si los países del sur hubieran seguido en los últimos 20 años las reglas del pacto de estabilidad y crecimiento no habrían llegado a la situación actual. (este pacto se firmó en 1997, como paso previo a la entrada del euro, y era un compromiso para mantener unas cuentas públicas saneadas

y conseguir la estabilidad necesaria para la creación de empleo, entre otros objetivos).

Estas discusiones y, en muchos casos, incluso la desconfianza son el sentir de los gobernantes de varios de los países del norte y también de las sociedades que representan. Se puede discutir mucho sobre esto, pero no hay duda de que los países del norte están convencidos de ello y eso los lleva a pensar, en los casos más extremos, que ellos no necesitan al sur, pero el sur si les necesita ellos.

Las diferencias en términos económicos siempre han existido, recordemos que uno de los objetivos clave de la UE es la convergencia entre los países y que esas diferencias sean cada vez menores, de ahí que haya países que son contribuyentes netos a los presupuestos de la UE y países que reciben más de lo que aportan. España, con el paso de los años, ha equilibrado su contribución con lo que recibe de la UE, pero en el pasado recibió partidas importantes de los fondos de cohesión, al igual que otros países del sur y este de Europa, que tienen un PIB inferior al 90% de la media europea.

También son destacables los fondos de la UE destinados a paliar las consecuencias de la crisis económica y en estos momentos los fondos de recuperación para superar la crisis actual, que todos los indicadores apuntan a que se necesitará menos tiempo en el norte que en el sur, al estar estas economías más expuestas a los sectores más castigados por la pandemia, fundamentalmente el turismo y la hostelería.

Pero las diferencias actuales van más allá de las meramente económicas, algunos países del norte hacen referencia a los valores, a la forma de gobernarse que tiene cada país y la responsabilidad de cada gobierno y de todos los ciudadanos en la forma de administrar sus presupuestos.

Es evidente que nuestra forma de vida es algo que despierta la envidia en todo el mundo, pero nuestros gobernantes y nuestra sociedad deberían ser capaces en algún momento de sentar la bases de un modelo sostenible y menos dependiente de las ayudas externas para lograr el equilibrio adecuado.

Tan fácil de escribir y, por lo que vemos, tan difícil de conseguir.

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