Querido Carmelo:Hace más de treinta años que nos conocemos. Siempre observé en ti las cualidades de una persona que reúne la psicología de los personajes cervantinos. Incluso de Clarín. O, ¿por qué no?, de Enrique Vila-Matas o de Antonio Muñoz Molina. Tienes cara de escenario de Shakespeare, (¡todo el mundo es escenario!), como si, alguna vez, hubiese pensado en ti algún director del nuevo Hollywood, como Steven Allan Spielberg, o de teatro, como Francisco Nieva. Pero lo cierto es que lo tuyo es la Estadística. Como, igualmente, la política académica. Para ser rector, hace falta conocer los cimientos de la institución y tú, ilustre discípulo de Pitágoras y de Alfredo Martínez Almécija, no solo los conoces, sino que contribuiste a construirlos con la perseverancia. Eres reflexión y calma zen; aspectos, que te permiten dominar como un líder, que sabe cuándo es la hora en punto. La institución se ha hecho mayor de edad contigo. Eres joven y el futuro te espera, como un novelista espera su nueva obra: inspeccionando la celosía, tal fuere Robbe-Grillet. Pero la vida no solo es literatura, cine o teatro, sino también filosofía cartesiana. Y tú, Dr. Rodríguez Torreblanca, lo sabes.

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