Ernst Kraft, el paisaje quebrado

A través de sus trabajos, Ernst Kraft nos acerca al dolor del ser humano, a sus obstinadas ganas de vivir

Cuando el ser humano apela a un paisaje abrupto, accidentado o agreste, el universo más inmediato que se desata en nuestro imaginario es enfrentarnos a un nuevo espacio que se erige como una región con fronteras abiertas, donde no existen muros ni puertas y donde el observador es invitado a moverse con libertad, si así lo desea realmente.

El artista plástico holandés Ernst Kraft presentará en el Museo La Neomudéjar próximamente la exposición “Paisaje quebrado”. Esta nueva muestra que nos ofrece Ernst Kraft está caracterizada por ahondar más allá del concepto, con una pincelada robusta que, con trazos profundos, conviven junto con finas y tendidas líneas, que se fusionan en espacios abiertos y que vibran entre las diferentes tonalidades del de ocre y otros tonos que nos trasladan al tacto inexorable de la tierra.

Así, Ernst Kraft da vida a la textura de sus lienzos, desatando bajo la cúpula celeste con el azul cian oscurecido, siguiendo la escuela nórdica expresionista, transitando estados como la soledad, la evanescente levedad del ser, la muerte. A través de sus trabajos, Ernst Kraft nos acerca al dolor del ser humano, a sus obstinadas ganas de vivir, advirtiendo en cada uno de sus trazos de la deriva de las actuales sociedades y de cómo el ser humano es alienado y aislado, hasta provocar su muerte material y espiritual.

La muestra que nos ofrece Ernst Kraft en Madrid está también marcada por las influencias del informalismo español. Quizás, porque el autor presenta en cada una de sus obras una preocupación por la primacía de la expresividad, agresiva e intensa, que nos hace vibrar con el tratamiento de los colores y sus texturas; la necesidad de reducir intencionadamente el color a límites mínimos para su existencia, donde el autor concentra el concepto poético en cada uno de sus trazos, en cada una de sus pinceladas, en cada movimiento que plasma en cada tela; y por su convencimiento en una poética artística del compromiso, donde el artista plástico expresa su preocupación, su responsabilidad y su actitud crítica ante la realidad y la situación histórica en la que se desenvuelve. Elementos todos puros, de una pintura que busca su identidad en el gesto, en la materia, en el trazo y en la expresión libre del color, para plasmar ese grito sordo, desgarrado y desesperado, que ilimitado desgarra su pecho.

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