El aparcamiento de autocaravanas en nuestra ciudad ha sido tratado en este diario, con varios reportajes, exponiendo distintos puntos de vista. Para unos es una invasión que crea problemas a los vecinos, para otros son vehículos con derecho a estacionar que no crean problemas siempre que no infrinjan normas tales como desplegar toldos o colocar mesas y sillas. Confieso que a mí también me ha llamado la atención la cantidad de autocaravanas que suelen aparcar, desde hace un tiempo, en el antiguo recinto ferial, entre el Auditorio Maestro Padilla y el Parque de las Familias. Me producía extrañeza que coincidieran aglomeradas en ese espacio de la capital, hasta que leí, en uno de los reportajes al respecto, que se trata de un punto de encuentro marcado en foros y redes sociales de viajeros adictos a las autocaravanas. También son habituales las autocaravanas en la desembocadura del río Andarás, en la playa del Bobar y algunas en el Palmeral. Ante lo dicho, pienso que lo propio sería regular la situación para beneficio de todos. Durante varios años fui caravanista, conservo el mejor recuerdo de aquellos tiempos y la mejor opinión de quienes utilizan el Camping como una manera de hacer turismo. Suelen ser personas amantes de la naturaleza y muy respetuosas con el entorno. Basándome en mi experiencia yo analizaría la situación bajo un punto de vista positivo. Si vienen a Almería será porque nuestra provincia ofrece atractivos de los que deberíamos de sentirnos orgullosos. Supongo que el clima será uno de los principales alicientes, y el parque natural es uno de los pocos parajes de la costa mediterránea que quedan sin invadir con urbanizaciones masivas. Que haya un turismo de caravanas con esas preferencias, no debería de ser un problema, sino una cuestión a la que habría que darle un tratamiento adecuado. Yo he estacionado con caravana en campings situados en zonas contiguas al casco urbano de algunas ciudades, donde reinaba un orden riguroso y facilitaba el acceso al centro sin necesidad de coger el vehículo. Lo normal, cuando se daban esas circunstancias, era visitar la ciudad y participar de sus atractivos, entre los cuales formaban parte los bares y restaurantes. Y raro era volver a la caravana sin haber hecho alguna compra. En lugar de espantar un turismo que, como digo, me parece muy respetable, lo que se debería de hacer es habilitar un espacio para beneficio del visitante, del comercio y de la hostelería.

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