Fecit y faciebat

Firmar "fecit" una obra de ejecución "inacabada" es el fin de un ciclo evolutivo

Entre los cuadros no expuestos del Museo del Prado figura una obra de José García Hidalgo, mediocre pintor barroco de la segunda mitad del XVII, que representa a Dios padre sentado pintando una Purísima sobre un lienzo, pincel, paleta y tiento en ristre. Se trata, por tanto, de un ejemplo de cuadro dentro del cuadro. La Purísima que Dios está terminando está firmada como "In Spiritu Sancto illam fecit" y el cuadro en sí está firmado por su autor como "Joseph García faciebat". Esta forma de firmar las obras era común en la época. El fecit significa "lo hizo" y el faciebat "lo hacía". El primero indica una acción concluida y el segundo aún en proceso, inacabada. En el caso del mencionado cuadro, la diferencia entre la firma divina y la del pintor es obvia y aleccionadora: solo puede calificarse de acabado aquello que es perfecto, lo imperfecto se halla en eterno proceso; y la perfección sólo es alcanzable por Dios, luego sólo Él está legitimado a firmar con "fecit". En la práctica, si echamos una ojeada a las firmas de otros autores de la época, vemos que unos usan "fecit" y otros "faciebat" dependiendo de su autoestima, prestigio o filosofía artística. Zurbarán, por ejemplo, tan modesto y humilde, monacal y ascético, suele emplear el faciebat, pero en Italia sucede a la inversa. Tiziano firmaba con fecit, orgulloso de su talento y reconocimiento social. En una de sus últimas obras, la inmensa Anunciación de la iglesia veneciana de San Salvatore, ejecutada en su etapa postrera con un cúmulo de técnicas informalistas y atrevidísimas para la época que sólo él se permitía utilizar -con sus borrones y manchurrones centelleantes, alucinantes-, la firma reza "Titianus fecit fecit". Dos veces; toda una declaración de principios y arrogancia propios de un territorio, Italia, donde los artistas eran casi reverenciados, e impensable para un pintor español en la corte católica de los Austrias. Dos siglos y pico más tarde, un anciano Goya firma "Goya fecit" en una minúscula obra que regala a los padres escolapios de Madrid: Cristo en el monte de los olivos, apenas un boceto de sumaria y brillante ejecución. Firmar con fecit una obra de ejecución deliberadamente "inacabada" es el fin de un proceso, de un ciclo evolutivo, en el que el artista está seguro de su criterio y de su talento -se mide de tú a tú con la divinidad, la desafía abiertamente, se aúpa a sus alturas de privilegio- y en el que el hombre, como se quería desde el Renacimiento, "es la medida de todas las cosas".

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