La tapia del manicomio

Molina &Amp; / Zapata

La Guajira

06 de octubre 2014 - 01:00

SIEMPRE nos ha gustado presumir de defensores de causas perdidas. Nunca hemos conseguido nada, por algo se llaman perdidas. Por el contrario, nos acosa la sospecha de que en la mayoría de los casos -por no decir siempre- nuestra intervención ha resultado contraproducente. Por eso hemos estado un buen rato dudando sobre la conveniencia de romper una lanza por una causa cultural independiente que, al parecer, empieza a tenerlo más crudo: La Guajira, una benemérita institución que aspira a difundir la cultura en un barrio que no se caracteriza precisamente por la amplia oferta de equipamientos -biblioteca, videoteca, salas para exposiciones y/o conciertos, etc.- municipales, autonómicos, nacionales o europeos. Tienen la Alcazaba y la cantera flamenca más importante de la provincia. En ese erial, que es extrarradio por mucho que esté a dos pasos del Ayuntamiento y a tres de la Puerta de Purchena, aparece un puñado de jóvenes con ganas de hacer cosas y montan La Guajira, que ya son ganas de emprendimiento. En poco más de dos años han montado múltiples y variadas exposiciones, cursos y conciertos. Éstos se celebran tres días por semana, con abundancia de artistas del barrio, además de figuras del flamenco y del jazz, principalmente; figuras que vienen a tan modesto local por fomentar la afición y por lo bien que se lo curran los directivos de esta loable asociación. Y ahora que el éxito de público es total, con llenos de "no hay billetes", les cae el palo. Al parecer, alguien ha denunciado las actividades que hacen en verano en la terraza por ruidosas y el ayuntamiento amenaza con cerrarles el kiosco. Es curioso lo exigente que se pone el municipio cuando hace caso omiso del escándalo permanente en el centro plagado de terrazas y discotecas. Terrazas que cierran a las tantas de la madrugada, en las que cuando no hay escandalera es porque hay bronca. Y discotecas con las puertas abiertas a las cuatro de la mañana sin que vaya ningún funcionario, no ya a precintarlas, ni siquiera a medir los decibelios. La Guajira acaba los conciertos religiosamente a las doce de la noche, el ruido es moderado y muchos vecinos se asoman a sus terrazas a escuchar. ¿Algún malage los habrá denunciado? Puede ser, pero el ayuntamiento debería consultar al conjunto de los vecinos, comprobar el correcto nivel de ruido y el cumplimiento de los horarios antes de cargarse La Guajira.

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