Inframundos

Y frecuentarlos solo cuando lo exige la profesión. Tanto rollo social y ahora están peor que nunca

Mientras el probo ciudadano normal habitante de playas organiza su pequeño mundo para gozar provisionalmente de ensuciarse de arena, quemar su piel y sumergirse parcialmente en un agua salada con componentes variables yo me adentro por exigencias de mi profesión en el guetto de las doscientas viviendas de Roquetas de Mar. Allí donde los pulcros técnicos de ordenador no irían ni por todo el oro del mundo (miento, si irían y cobrarían todo el oro del mundo pero no harían bien su trabajo) yo me muevo como Allan Quatermain por la jungla llena de peligros, que conozco y domino, como Quatermain. Allí está el infierno de la realidad, donde no vas a ir, baby, tú que te haces fotos y das discursos, firmas apoyos y previenes del fascismo. Mucho bla, bla, bla y la marginación y más bla, bla, bla, pero allí no vas a ir porque no quieres ver como las entradas a los edificios residenciales, que lo son, no mucho, pero lo son, agotan la densidad de mugre que pueden tener en suelos, paredes y techos picoteados, con buzones rotos allí donde no reciben cartas, donde no usan llaves del portal porque la puerta está ya desvencijada como la cancela herrumbrosa de un cementerio abandonado. Allí donde no hay normas ni policía ni ley, puedes pasear, (bueno, yo) como otro cualquiera y hacer fotos de toda la suciedad de las entradas, allí donde también venden las cosas en la calle sobre sábanas, hasta venden algunos libros y no saben lo que es una comunidad o un presidente. En las noticias se oye frecuentemente que ha habido una pelea a navajazos en el Puche, y es que un técnico debe saber dónde puede y no puede ir, dónde puede hacer fotos y dónde no y cómo hacerlas. Y tú, pimpollo de consignas, no tienes la más mínima idea de esto, sólo sabes luchar en tu mente contra la marginación y hacer el indio comprometido. Yo sé dónde y cómo hacer fotos de todo, porque hasta Quatermain sabe por qué zonas de la jungla no ir, y en cuales hay que poner más atención. No es lo mismo una cosa que otra, ni un sitio que otro, y qué hacer si un individuo-ciudadano de la mugre te dice lo que sea, jamás seguirle el rollo o explicarle nada y menos ignorarle. Aparcar el coche lejos y darte el piro lo antes posible. Y por supuesto, pensar que la solución para esos barrios es vivir lo más lejos posible de allí. Y frecuentarlos solo cuando lo exige la profesión. Tanto rollo social y ahora están peor que nunca.

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