La tribuna

Javier Soriano Trujillo

LOS LEONES DEL CONGRESO

26 de agosto 2015 - 01:00

LA historia de los leones de bronce que jalonan la entrada al Palacio del Congreso de los Diputados tiene más bemoles de lo que podría parecer a simple vista. Para entenderlo nos tenemos que remontar a agosto de 1859 cuando un grupo de rifeños atacó a un destacamento español que custodiaba las reparaciones en diversos fortines de Ceuta. El Presidente del Gobierno de la época, Leopoldo O'Donnell, exigió al sultán de Marruecos un castigo ejemplar para los agresores, que el sultán no cumplió. Este pretexto sirvió de motivo para declararle la guerra, desencadenando la conocida como Guerra de África que duró desde diciembre de 1859 hasta marzo de 1860 con la firma del Tratado de Wad-Ras que dio fin a la misma. De esta guerra destacaron las batallas de Castillejos, Tetuán y Wad-Ras y por supuesto, la figura del General Prim.

Con la fundición de los cañones capturados al enemigo se crearon estos majestuosos leones que custodian el Palacio del Congreso de los Diputados, sede principal de la institución en la que reside la soberanía nacional.

La fachada principal de este edificio, inaugurado por la Reina Isabel II en 1850, dispone de un pórtico que adorna las grandes puertas de bronce y una monumental escalinata de entrada, flanqueada a los lados por dos pedestales. En el proyecto original, estaba previsto colocar en esos pedestales sendas farolas artísticas, pero ante la poca aceptación y su escasa carga simbólica en relación con el significado del edificio, se decidió sustituirlas por dos estatuas que representaran a dos leones, uno para cada pedestal. Fue el escultor Ponciano Ponzano el encargado de dar vida a estos leones.

La falta de presupuesto impidió la ejecución de las estatuas con materiales nobles, utilizándose yeso pintado imitando al bronce. La mala calidad de este material provocó que en un año los leones presentaran un gran deterioro. La decisión de sustituirlos por otros leones de un material de mayor calidad, dio lugar a dos nuevos leones labrados en piedra, obra del escultor José Bellver, pero resultaron excesivamente pequeños.

Tras estos dos intentos fallidos, a la tercera se decidió recurrir a un material adecuado, el bronce, pero dado el elevado presupuesto necesario para ello, se decidió ahorrar el coste del material aprovechando el bronce de los cañones capturados por el Ejército español en la guerra de África. De la procedencia del bronce utilizado queda constancia en la inscripción que hay en las estatuas y que dice: "fundidos con cañones tomados al enemigo en la guerra de áfrica de 1860".

En 1864 se ordenó a la Real Fábrica de Artillería de Sevilla llevar a cabo el trabajo de fundición de los leones. Esta Real Fábrica, cuya propiedad fue transferida al ayuntamiento de Sevilla en 2011, se fundó en 1565, por lo que este año habría cumplido los 450 de existencia.

En 1865 quedaron fundidos los leones, y tras ser cincelados por el maestro francés Jacinto Bergaret, fueron trasladados a Madrid donde en 1872 quedaron definitivamente ubicados en los pedestales del Congreso. Doce años después de la victoria del ejército español en Marruecos, los leones comenzaron a rugir desde la puerta del congreso.

Las esculturas de la primera pareja de leones en yeso, que sirvieron de moldes a los fundidos en bronce, permanecieron en el vestíbulo de la entrada de la Real Fábrica de Artillería de Sevilla hasta 2009 en que fueron trasladados a su actual ubicación en el edificio de Capitanía General de Sevilla, en la Plaza de España.

Las esculturas de la segunda pareja de leones en piedra quedaron guardados en uno de los almacenes del Congreso, hasta que el Diputado Nacional y Senador vitalicio Juan Bautista Romero los adquirió para ubicarlos en la actual puerta de entrada a los Jardines de Monforte, en la Plaza de la Legión española, en Valencia.

A los leones del Congreso se les conoce popularmente por Daoíz y Velarde, los héroes del 2 de mayo de 1808, aunque también se suelen referir a ellos con el apelativo de Malospelos y Benavides. Como curiosidad, uno de los leones no tiene testículos, al tratarse de una fiel representación del mito clásico de Atalanta e Hipómenes, amantes castigados a vivir juntos para siempre en las profundidades del bosque convertidos en leones.

Este año, Atalanta e Hipómenes, o lo que es lo mismo, Daoiz y Velarde, o Malospelos y Benavides, cumplen los 150 años de su fundición con el bronce ganado en el campo de batalla, con y sin turmas.

stats