"Ya no puedo más, siempre se repite la misma historia", es el famoso estribillo cantado por el gran Camilo Sesto que creo que en la ducha podría entonarlo Pedro Sánchez. Lo digo porque la coalición no se sostiene por la nueva bronca con la reforma del 'solo sí es sí'. Y no será la primera, alguna más tocará de aquí a la famosa fiesta de la democracia, la de las elecciones generales. Ahora toca confesar el error de las malas cosas. La de Igualdad ha sido una de las más conocidas, afirmando que este Gobierno hará todo lo posible para solucionar los problemas. Sacar pecho será el objetivo de Moncloa para recuperar votos como sea y afirmar en todos los mítines, viajados con el Falcon, "aquí está el Gobierno para solucionar y pedir perdón cuando se equivoca". Ese será el lema que escucharemos de aquí a mayo. El duelo con Irene Montero continuará. La coalición está rota, pero obviamente, a Podemos le interesa seguir en el sillón y no perder los coches oficiales que tanto han gustado. Fíjense si quieren lavar los trajes al presidente del Gobierno, que hasta sus propios ministros se culpan de las malas gestiones realizadas y dicen que son los responsables de todo. Es el caso de Pilar Llop, ministra de Justicia, que afirma asumir todo lo ocurrido con la norma que ha beneficiado a centenares de agresores sexuales. Aunque les recuerdo que Sánchez la aprobó en el Consejo de Ministros y la defendió allí por donde le preguntaban. Lo mismo ocurre con la Ley Celaá y la famosa prueba de madurez. Numerosas críticas en su día y casi un año después, ahora sí casualmente, se da marcha atrás. Llegó el momento de utilizar el lavavajillas y la lavadora a la vez para limpiar todo lo hecho sin sentido a nivel de lo que defendía el partido socialista. El reniego de los barones es continuo y ya sabe, según lo publicado, que muchas autonomías de Ferraz van a perder el poder por el efecto rechazo que ha generado Sánchez a los votantes. Por eso es época de sonreír y de consenso democrático, incluso monárquico. Fíjense cómo se ha hecho pública la felicitación del presidente del Gobierno a Juan Carlos I por su cumpleaños. Algo normal para un señor que reside en Moncloa, pero raro conociendo la mente de este Gobierno de socios. Comienza el anuncio del detergente del futuro.

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