Levantar los pies del suelo

Levantar los pies del suelo / JUAN ANTONIO MUÑOZ MUÑOZ

Tener los pies en el suelo aleja de la fantasía, mas ese recomendable estado -así se suele tener- acorta también la iniciativa, de no levantarse el freno de seguridad. Acaso por eso el anhelo de volar, si solo se considera el emplazamiento físico, haya dado para mitológicas aventuras, en la Antigüedad, e ingenios mecánicos y tecnológicos, ahora, que llevan a los terrícolas, de naturales terrestres, a surcar aparatosamente el cielo, cuestión bastante distinta a la de volar. Mas si se aparta el espacio físico -el suelo o el cielo- y se consideran las abiertas lindes de la imaginación, los confines sin término de las ilusiones, volar sí puede ser una empresa al alcance de la voluntad. No gobernada esta por los dictados que suelan la realidad, sino incitada por lo que rompe con la cortedad de lo factible, de lo que puede ser. Las edades de la vida, los años cumplidos o por cumplir, contribuyen a ello y cambian la naturaleza del suelo y el cielo, pero desde la infancia late una pulsión por levantar los pies del suelo, aunque sea apretando los pedales de un coche de juguete o de las primeras bicicletas sin "ruedines". Ahí están estacionados estos lúdicos vehículos con que se apartan algo los pies del suelo, para que las disposiciones ensayen primerizas escapadas. / Antonio Montero Alcaide

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