No sé si a ustedes les pasará lo mismo que a mí: soy incapaz de imaginar el contenido de cualquier conversación entre dos personas que pueda divisar a una distancia que me impida su escucha, o tal vez sea por el respeto de no intromisión en conversaciones ajenas. Pero, sin embargo, reconozco que me ha picado mucho la curiosidad de saber qué es lo que el capitán de la aeronave que trajo al campechano emérito desde el aeropuerto de Abu-Dabi hasta el de Vigo, le pudo decir al recibirlo a bordo.

Me parece especialmente sardónico eso de "volver a España dos años después de irse, porque es su país". Para los republicanos nos ha llegado el momento de callarnos y poner altavoces a la legión de descerebrados que, con argumentos pueriles, están destrozando el camino de la actual monarquía española. A este tipo, que alcanzó la Jefatura del Estado gracias al paso atrás dado por su padre ante el golpista, dictador y genocida que retrasó la Historia de España cuarenta años, le importan una mierda los esfuerzos que su hijo (el Jefe del Estado español) está haciendo por "normalizar" una responsabilidad que los españoles hemos delegado constitucionalmente en una familia. Y de "normalidad" en la visita, ná de ná: si volvéis por vuestra tierra alguna vez después de abandonarla en años, os pido que lo primero que hagáis no sea ir de putas o de regatas, a menos que seas un hijoputa o alguno de tus familiares esté de competición náutica.

Y es que, a ver si nos enteramos, si la imagen de un país reside en una familia, esa familia ha de ser ejemplar, y no irse de putas, ni de las caras ni de las baratas. Ha vuelto el emérito, pero no para disculparse y pasar al ostracismo que mejor le convendría a la Casa Borbón; no, no ha vuelto sino para darse una importancia que los medios de comunicación han sabido redoblar. Vaya mierda de servicio a la patria que habéis hecho esa enormidad de comunicadores que habéis retransmitido todo lo relativo al hecho. La ñoñería de los informativos ha sido superlativa y cansina a más no poder. ¿Qué queréis defender? ¿Acaso que no ha delinquido? Sabéis que eso es falso: que no haya una pena no esconde los hechos. De unas causas (las que cometió siendo rey) ha sido exonerado por su constitucional irresponsabilidad; de las otras (las de después) se ha librado como el resto de españoles que regularizan (no entremos en cómo) su estado de cuentas con la Hacienda.

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