Estación Sur

José Antonio Santano

Munira

06 de diciembre 2013 - 01:00

FUENTE de la luz». Algo así vendría a ser el significado de la palabra «munira», de origen árabe. ¡Musicalidad y belleza plena! Acaeció en el restaurante y tetería Aljaima, convocados en torno a la luz de la palabra, el verso y la música, el colectivo Munira llevó a cabo otro de esos encuentros poéticos inolvidables. Hay que reconocer que no es fácil -en esta y en casi todas las ciudades de España sucede lo mismo-reunir a un grupo considerable de personas y dejar que la magia de la poesía penetre en cada uno hasta los huesos, y si a esto añadimos, la palabra musicada y envolvente en la voz de Sensi Falán, el resultado no puede ser sino sencillamente exquisito. En estos tiempos de creciente crisis intelectual viene que ni anillo al dedo hallar un lugar y unas gentes para quienes la palabra escrita, en verso o prosa, sea como la vida misma. Ya todo está dispuesto. Alrededor de la mesa los asientos se han ido ocupando hasta completar el aforo de la casa de Mustafa (el elegido), que nos recibe con el abrazo fraternal y la sonrisa en los labios.

El poeta queda en el centro de la mesa. Lo flanquean Mar, que hace de presentadora y Sensi, la voz más hermosa de La Chanca. El poeta, agradecido por la acogida, se abisma en la poesía, entona su canto desesperado, y nos conduce hacia el poniente, allá donde un mar de plástico se extiende al infinito: un mar de plástico y de espejos /sobre esta tierra de poniente / donde viven y resisten, heroicos, / los apátridas del mundo y sus confines / a la espera de un verbo o una sílaba / que los haga más hombres y más libres; la humana voz que anhela los silencios, se pregunta una y otra vez: Para qué me preguntas qué pienso /como si no fuese contigo esta historia / que ocultas y niegas cada día / ante los cientos y miles de vencidos / que obedecen las órdenes precisas / de los amos del mundo en esta hora; y el poeta, incansable, responderá al fin: Y yo, aferrándome a los colores del día / proclamo en sus colores la vida, / y oigo los rumores del beso en la brisa / que se clava hasta sus huesos, / pues ya solo me importan sus pesares / y en ellos reconozco la dignidad / de ser hombres cabales aun siendo / la piel de mil colores o el habla / tan compleja y tan distinta, / que a su lado la huella de la vida / se asemeja a una luz intensa y única / que alumbra los caminos de poniente / entre mares de plástico y de soledades.

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