Comunicación (im)perinente

Francisco García Marcos

Nacionalismo ligüístico Andaluz

E L nacionalismo andaluz es marítimo, va al ritmo de las olas que lo traen, para llevárselo de nuevo mar adentro al tiempo. Ahora el oleaje está depositando en la orilla de la historia los restos del naufragio de Podemos, una embarcación con vías antiguas de agua en Andalucía. No deja de ser algo paradójico, incluso estrafalario. Una izquierda nacionalista se supone que es contra natura. La senadora Pilar González (Adelante Andalucía) ha reivindicado con vehemente firmeza la identidad nacional andaluza en sede parlamentaria. Para ello ha recurrido a un viejo aliado de todo nacionalismo, como es la singularidad lingüística. Según la senadora y su formación política, el andaluz vendría a ser una lengua natural no estandarizada. Ello obedecería a que ha sido sometida al ostracismo, bajo el yugo del nacionalismo lingüístico español, para lo que apelan a la autoridad de un lingüista más que reconocido, Juan Carlos Moreno Cabrera. Por supuesto que de inmediato vienen a la cabeza contraejemplos flagrantes. Argentina es una nación (a pesar del español compartido con el resto del Mundo Hispánico), Austria también lo es (a pesar del alemán) o Suiza no deja de serlo (a pesar de que tiene tres lenguas nacionales, alemán, francés e italiano). Hay, desde luego, otros motivos más sólidos para sostener un discurso nacionalista objetivable, aunque debe reconocerse que los lingüísticos son los más inmediatos, también los más fáciles de manejar para implicar emocionalmente a los ciudadanos. Técnicamente la argumentación del independentismo idiomático de Andalucía es insostenible hoy en día. No sabemos si dentro de unos cuantos siglos el andaluz evolucionará tanto que adoptará personalidad lingüística propia, como hicieron las lenguas romances respecto del latín. Pero, mientras tanto, el andaluz es un dialecto del español, integrado en la variedad meridional de esta lengua, que comparte sus rasgos distintivos con muchas otras zonas del enorme mundo hispanohablante. Por supuesto que los sociolingüistas andaluces llevamos décadas reivindicando la dignidad de esa variedad, quejándonos de la estigmatización a la que ha sido sometida, proponiendo incluso estrategias concretas para su correcta planificación. Los planteamientos de Moreno Cabrera son absolutamente pertinentes en este punto, pero no más allá. De ellos no es posible inferir que estamos ante una lengua maltratada, síntoma excelso de la opresión de un pueblo. No voy a discutir el derecho a anhelar lo que cada cual estime oportuno. Pero, al mismo tiempo, creo imperativo exigir rigor en los representantes públicos. La senadora González ha borrado de un plumazo cuatro décadas de investigación sociolingüística en Andalucía. Los descendientes científicos de Pedro Carbonero y Juan Alfredo Bellón no merecen esto. Como tampoco lo merece Juan Carlos Moreno Cabrera, excelente lingüista, que no debería ser utilizado como les convenga desde la tribuna. Y, desde luego, quienes menos lo merecen son los andaluces que estamos sencillamente hartos de que nuestra forma de hablar cotice en la bolsa de la política.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios