Nuevo curso, viejos problemas

Septiembre es el tiempo en el que se planifican economías, presupuestos y se escriben en papel los propósitos del año

17 de septiembre 2023 - 07:00

El curso no sólo comienza para los estudiantes de primaria, secundaria, bachiller y universidad. Septiembre es como el comienzo de todo. El Año Nuevo es otra historia, la fiesta religiosa y pagana en la que se trata de dejar a un lado lo malo y se aspira a renovar energía y vida, en la misma medida que se comen las uvas o se asiste a la Misa del Gallo.

Septiembre es otra cosa. Es el tiempo en el que se planifican las economías, los presupuestos se preparan y se escriben sobre el papel los propósitos de un año que luego se cumplirán o no. Es lo de menos. Pero ahí quedan para la posteridad el intento de cumplir fielmente con un calendario, un camino, en el que se busca o se intenta alcanzar, sino la perfección, algo que se le parezca. Pero claro, la realidad siempre tozuda, se topa en la mayoría de las veces con las buenas maneras, con los buenos propósitos, y a poco que te descuides cualquier parecido con lo programado salta hecho añicos como un jarrón de porcelana china en las manos de un niño.

Aquí, en esta esquina desértica y hermosa de España, iniciamos septiembre con las mimas buenas intenciones de todos. Ahora falta por ver si, una vez más, el grado de cumplimiento de promesas alcanza el punto de cocción óptimo para, transcurrido un año, ser capaces de al menos sentir cierta satisfacción por el deber cumplido.

Mucho me temo que va a ser más de lo mismo. Y no es que sea pesimista por naturaleza. Al contrario. Me precio de ver siempre la botella medio llena, aunque siempre hay alguien que se empeña en buscar los recovecos más inesperados y enrevesados para que el avance, si no nulo, si sea poco satisfactorio para las partes.

Comenzamos con una sequía que nos acogota, con promesas de agua para calmar la sed, aunque en los últimos 30 años la escasez es el pan nuestro de cada día sin que nadie lo remedie. No niego que se han dado pasos en la buena dirección, pero no los suficientes y con la celeridad requerida para dejar sellado un problema endémico con el que hay que acabar.

La alta velocidad seguirá siendo el tren que aún nos lleva a ninguna parte. Sin presupuestos estatales se corre serio riegos de que las obras se ralenticen aún más. No confío en 2026 como fecha de culminación de los trabajos. Ya nos conformaríamos con que el AVE surque las vías de la provincia antes de que finalice la década.

La agricultura es la base sobre la que se asienta casi todo. Un sector al que hay que cuidar y mimar hasta el extremo. Si no somos capaces de establecer una firme coraza de protección hacia lo que supone, mucho me temo que nuestro futuro y el de la provincia se vuelve vulnerable. No lo permitamos. Dejemos atrás los viejos problemas. Planteemos nuevos y avancemos confirmando lo que somos, una gran tierra.

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