Cuando se es torero, se es y se vive como tal, dentro y fuera del ruedo. Se puede ser torero en sentido figurado, que es lo que nos ocurre a los aficionados, y se puede ser como profesional. Lógicamente, yo pertenezco al primer grupo, por vocación y por devoción, porque para mí, el toreo siempre ha sido un arte y, por lo tanto, un sentimiento y un cúmulo de emociones, y por lo tanto le pasa como a la música, que no puedes guardar las emociones que te producen, en otro lugar que no sea el corazón. No te sirven ni las fotos ni los vídeos, no te sirve de nada guardar el sonido del Maestro, apelativo que pocos tienen ganado a fuerza de temple y arte, citando al toro. Y, de lo que no tengo ninguna duda, es que entre ellos se encuentra Morante de la Puebla, a quien recientemente los Reyes, Felipe y Letizia le han entregado el Premio Nacional de Tauromaquia "por la singular personalidad creativa de un artista que recrea y renueva el toreo clásico para el público actual". Para finalizar envío a mi joven amigo, y buen aficionado, Pepe T. P. mi deseo de que los toros le hagan disfrutar tanto como le deseo.

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