Luces y razones
Antonio Montero Alcaide
Cuidar plantas
Adriana Valverde, concejala electa del PSOE y cabeza visible del enorme descalabro que este partido ha protagonizado en la capital decía la noche electoral, con cara compungida, tensión en las venas y dolor (esperamos) por la derrota, que no se siente culpable de haber dejado a su partido en siete concejales, dos menos que en las anteriores municipales, cuando ya se consideró un absoluto fracaso. Y nadie le reprochó su comentario. Incluso algunos asintieron sin el menor pudor, sabedores de que van a tener la posibilidad de seguir cuatro años más en el Ayuntamiento liberados, ejerciendo una oposición descafeinada, jugando a la guerra con balas de fogueo (figuradamente hablando, claro) y contribuyendo cada día a que el equipo de gobierno ejerza su labor sin la más mínima preocupación venida desde el principal partido de la oposición. Aquí nadie conjuga el verbo dimitir y tampoco se hacen a un lado para dejar paso a savia nueva, a cuadros dirigentes preparados, con ganas de romper el cascarón que los ‘dinosaurios’ del partido se empeñan en mantener cerrado para mayor gloria de quienes gobiernan. No entiendo como una candidatura que ya nació rota en el inicio insiste en permanecer en primera línea con la aquiescencia de una dirección provincial paralizada por los resultados, inactiva en la mayor parte de las ocasiones, que mira desde la barrera de los cargos electos como un partido histórico como el socialista se desangra a base de banderillas y que espera, casi arrodillado, el estoque de descabello.
Aunque nadie o casi nadie se atreve a hablar, y con unas elecciones generales a la vuelta de la esquina menos todavía, lo cierto es que parece, sólo parece que los jóvenes y ganadores comienzan a despertar del letargo al que han sido sometidos durante años e inician, tímidamente, un proceso de cambio que debe concluir pasados unos meses con una reforma integral del partido. Como les decía al inicio, conjugar el verbo dimitir debe ser la base, el ejemplo, para una oposición fuerte, capaz de con tiempo, trabajo y constancia liderar de nuevo. Una democracia fuerte como la nuestra necesita de una oposición competente de ir más allá del reparto de cargos, liberaciones y prebendas varias y dar el paso a promover iniciativas, proyectar la ciudad del futuro y recabar el apoyo de los ciudadanos lejos de las “pellejerías” de la compra de votos y las marrullerías propias de aquellos que no son dignos de atribuirse, en muchas ocasiones con la boca llena, poco menos que el origen social, progresista y avanzado de unas siglas históricas.
Las elecciones municipales de 2027 comienzan a ganarse desde el 29 de junio de 2023. Y para ello quienes no van a a estar en ese proceso harían bien, los militantes y los ciudadanos se lo agradecerán en el futuro, en dar un paso al lado y conjugar, insisto, el verbo dimitir. No pasa nada por marcharse. Al contrario. La historia los recordará como afiliados comprometidos con su partido y ciudadanos que amaban su ciudad.
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