Abierto de Noche
Francisco Sánchez Collantes
Sorolla
Dos de los cinco concejales del PSOE de El Ejido han decidido pasar al grupo mixto. La ruptura de esta fuerza política en uno de los municipios más importantes de la provincia no es la primera y tampoco srá la última dentro del rosario de despropósitos que esta fuerza política arrastra en los últimos años.
Situemos el caso para los que no lo conozcan. El secretario general, José Miguel Alarcón, decide poner de cabeza de lista a las municipales a Maribel Carrión. Él se reserva el número dos de la lista para intentar seguir controlando el partido y la labor municipal. Las primeras fricciones se producen ya antes de las elecciones. Los ciudadanos los castigan en las urnas con uno de los resultados más pírricos de la democracia en esta población. No contentos con ello, el secretario general local, en ese intento permanente de buscar su interés, nunca el del partido y mucho menos el de sus vecinos, deja a la candidata sin liberar. ¿Quién es el elegido? Lógicamente él. Era sólo cuestión de tiempo que el grupo saltara por los aires, como así ha sucedido.
Esta crisis es una más dentro de las que esta fuerza política lleva arrastrando desde hace demasiados años y que la desangra sin remedio en resultados, militantes, credibilidad y todos aquellos adjetivos que ustedes quieran añadir. La situación es grave, muy grave, cuando desde el provincial nadie dice esta boca es mía. Hace mucho que no oímos a los dirigentes de esta fuerza política, con el secretario general a la cabeza, hacer cualquier atisbo de autocrítica. Cómo si no pasara nada. La callada por respuesta y hasta la siguiente.
La dificultad no es nueva. En la capital la división es palpable, latente y ahí siguen los “elegidos” y ‘liberados’ en un partido en coma, anestesiado, sin vida pública, sin estar en la calle, rendidos sólo a la nota de rigor que desde comunicación tratan de visualizar en medios y en redes. Pequeñas ‘Picas en Flandes’ dispersas, sin proyecto, sin unas ideas definidas, a salto de mata y tratando de conservar la liberación o los puestos que aún quedan, pero a la baja.
Los que aún permanecen fieles a estas ideas se marchitan como una rosa sin agua, sin que aquellos en quienes confían se preocupen más allá de mantener ocupadas sus sillas. Y así les va. Lo que antes era un huerto verde y frondoso, productivo, coherente, plagado de ideas y proyectos, se ha convertido en un secarral, yermo y desértico. Y lo peor no es cómo se languidece, sino la forma de hacerlo y el desinterés, el escaso compromiso público y la nula preocupación por el proyecto que se transmite a aquellos que un día los siguieron y que hoy abandonan en barco en masa. El capitán y los grumetes que aún quedan, bloqueados por tanto desatino, no aciertan a dar un puñetazo en la mesa y tratar de recuperar lo que fueron: Un proyecto ganador para el país y sus ciudadanos.
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