Pareja de tres

Javier Lambán y Emiliano García-Page, han elevado la voz para decir que eso del poliamor no les gusta

Todas las parejas están compuestas, como mínimo, por tres personas. Porque superadas la niñez y la adolescencia, donde prima la ingenuidad; todos llevamos nuestras cargas, cicatrices y taras, y siempre hay algo o alguien escondido en forma de recuerdo en nuestro currículo. Carecemos de amnesia emocional.

Al Gobierno lo definimos como el primero de la democracia en coalición, fruto de los acuerdos que alcanzaron Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Este último dijo que se iba y dejó su puesto como vicepresidente a Yolanda Díaz. Pero al profesor Iglesias se le ve más activo que nunca, al tiempo que su sustituta anda intentando formar una plataforma electoral al margen del partido creado por Iglesias. Así que, en realidad, la pareja es de facto un tripartito. Como mínimo. Porque a la hora de bailar o celebrar cenas románticas, a Sánchez se le ve acaramelado con Esquerra, el PNV e incluso Bildu. Por lo que la pareja es un ejemplo de lo que ahora se llaman "relaciones abiertas". Lo definen como "amor líquido".

Ante comportamientos así, los defensores de las cosas tal y como fueron, por ejemplo, Javier Lambán y Emiliano García-Page, han elevado la voz para decir que eso del poliamor no les gusta y que creen más en las relaciones tradicionales. Como cuando Felipe González gobernaba, dicen; olvidando que hoy, para lograr aquellas mayorías absolutas desde la izquierda se necesita sumar a más de dos partidos, y puede que ni así. Los tiempos han cambiado y los ideales de antaño han sido sustituidos por otros usos y costumbres, en la vida real, la sentimental y la política. Ahora para gestionar cualquier situación se necesita de pactos amplios con nuestros diferentes porque los poderes absolutos ya no existen. Muchos claman por acuerdos entre las dos fuerzas mayoritarias, pero incluso en ese caso habría que intentar integrar a vascos y catalanes para no agrandar el muro entre nacionalismos y construir una España en la que todos nos sintiéramos cómodos.

Y eso exige de nuevos comportamientos. Hemos reconocido la obviedad de que el amor no es exclusivo de las parejas entre un hombre y una mujer; y tendremos que aprender a vivir en un país con diferentes sentimientos nacionales y con gobiernos compartidos por diferentes ideologías. Les parecerá que esto es mezclar churras con merinas; igual no les gusta, pero este nuevo mundo ha venido para quedarse. Así que toca volver a la escuela y aprender matemáticas porque ahora uno más uno, no son dos.

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