Aunque no tengo que enseñar la patita por debajo de la puerta para dejar claro que vengo de parte del Lobo Rojo, sobre todo desde el momento en el que IDA tiene ese mimetismo tan preocupante con Caperucita Feroz, hoy no me escapo de hablar de política en plena campaña electoral. Ocurre que nos llega un partido en pleno crecimiento que desembarca en unas autonómicas con el objetivo de cargarse a las mismas. Ahí es donde nuestro presidente en funciones ha saltado y le ha señalado su incoherencia: "¡cómo puedes querer gobernar en Andalucía si no reconoces nuestro autogobierno!".

Hay que reconocerle astucia a nuestro Juanma, mucha más astucia que coherencia. Si por coherencia fuera, la Derecha, que no cree nada más que en la privacidad de los medios de producción, no se debería presentar nunca para aspirar al gobierno de la cosa pública… Pero esas son ya otras cosas, ¿verdad? Pues efectivamente, una fuerza política que no cree en Andalucía como sujeto histórico de autogobierno, se presenta con unas propuestas que, esencialmente, se encargan de contradecir la realidad.

Desde negar el Cambio Climático a llamar violencia doméstica la agresión de un varón a una mujer con la que una vez estuvo relacionado, pasando por empeñarse en llamar "ilegales" a aquellos que necesitamos para sacar adelante multitud de tareas que ya no afrontamos los nacionales: esa es la aportación que se hace a la cosa pública desde la extrema derecha.

Eso sí, para demostrar que hay una Derecha educada, constitucional y estatutaria, Juanma no ha dudado en exhibir, en plena campaña, una foto suya saludando al Jefe del Estado (apropiándose de unos referentes que lo son de todos), además de protagonizar un vídeo junto a la vaca Fadi, la cual parece que le dio mucha suerte en las elecciones anteriores y no quería dejar que esta vez el azar le jugase una mala pasada si no hacía lo mismo. Estas cosas parece que son muy del gusto del pueblo. Lástima que, con sus gestos, prefiera la res bovina a la res pública.

Que a estas alturas de la vida queramos ver la política como un servicio público, es de románticos. El común de los mortales ve más el acceso a la tarea política como una forma de consolidar privilegios personales en vez de algo que tenga que ver con un servicio al prójimo, una tarea comprometida con la mejora de las condiciones, sobre todo, de las personas más desfavorecidas de nuestras sociedades.

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