Racismo, lacra social

A día de hoy, en España, los colectivos minoritarios han sido objeto de avances sociales y de derechos

Debo reconocer que un deporte de once personas contra once dándole golpes a una inefable e imberbe pelota no es una de mis más íntimas devociones, excepto si juega la Selección. Ahí la cosa cambia. Sin duda alguna, independientemente de las afinidades filantrópicas de cada uno, respetables como las de cualquier otra persona, incluso hasta de la mía propia -aquí quiero hacer un pequeño inciso al concepto de filantropía, por una cuestión de justicia poética. Dícese de lo anteriormente expuesto al amor por la especie humana y a todo lo que a la humanidad respecta, expresada en la ayuda desinteresada a los demás- sólo me cabe ya terminar con lo que he venido hoy, si usted me lo permite, mi estimado lector, a hablar del racismo, como lacra social inaceptable en una sociedad, como la nuestra, que se precie. No nombraré a Vinicius Jr y a los altercados ocurridos en un penoso estadio, cuyo nombre no quiero acordarme, que no sólo se jugaba la categoría, sino también la dignidad de ser: no todo vale a cualquier precio. El racismo en España tuvo su primera expresión manifiesta en los estatutos de limpieza de sangre, que se promulgaron entre los siglos XV y XIX, y que con posterioridad se implantaron en el Imperio español en América, dando así origen al sistema de castas colonial. Con los movimientos ideológicos de principio de siglo XX, el racismo científico desembarcó en España en el siglo XIX e tuvo repercusión tanto en el nacionalismo español, como en el catalán, el vasco y el gallego. Con la derrota de Nacional Socialismo y deslegitimado el racismo científico después de la Segunda Guerra Mundial, en España siguió coleando al calor de la dictadura franquista, adoptando nuevas formas, como el racismo cultural, dirigido a la población migrante o a la población gitana, y que se convirtió en un reducto del racismo institucional que aún se seguía y se sigue ejerciendo. Un detalle: Los ciudadanos de Guinea Ecuatorial en aquella época por Ley, eran considerados menores de edad y debían tener un tutor -blanco- para poder ejercer sus libertades y derechos como ciudadanos-. Un dato: A día de hoy, en España, los colectivos minoritarios han sido objeto de avances sociales y de derechos. Sin embargo, las comunidades afrodescendientes, por ejemplo, siguen sin tener un estatuto o norma que les blinde del racismo y la xenofobia institucional, social y cultural que aún sigue existiendo en España. Aún nos queda por andar.

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