A dos metros

Ricardo Alba

Sánchez, Redondo, Oliver

A estas alturas resulta insoportable ver, escuchar, palpar, tanta falsedad, tanta hipocresía, tanto juego sucio

Cuando mediaba el anterior caudillo, el que han sacado del Valle de Los Caídos, los chavales de entonces estudiaban, estudiábamos, una asignatura de adoctrinamiento en toda regla del régimen franquista. Años después, cuando el precedente caudillo, el de bajo palio, se hallaba en su último quinquenio, los antes chavales eran, éramos, ya jovencitos. Supimos entonces de la censura y de cómo franquearla con el indispensable manual de instrucciones recogido en 'La Codorniz', autoproclamada "la revista más audaz para el lector más inteligente".

'La Codorniz', precursora de 'El Papus', 'Hermano Lobo', 'Por favor' y varias más, fue la gran factoría de ingeniosas tácticas de guerrilla gráfica y literaria ante una Ley de Prensa que contemplaba el secuestro de publicaciones. Y los hubo, vaya si los hubo. Álvaro de Laiglesia, uno de sus notables directores, harto de tanta hartura represiva publicó la siguiente portada: "Bombín es a bombón como cojín es a X, y me una importa una X que nos cierren la edición". Y la cerraron, obviamente. Aquello que parecía pasado a la historia asoma el hocico a fecha de hoy. Más pronto que tarde enseñará los cuernos como ya apunta el ciudadano Rufián en su intento de limitar la libertad de expresión, es decir, censura, secuestro y silencio exigido por un bocazas parlamentario con el escudo de aforado.

Allá, en tiempos de la 'Quinta del Buitre' la política era ya devorada por la carcoma. Mucho tunelillo interno, mucho topo en la madriguera, galerías insondables, los cada vez más roídos cimientos de las instituciones democráticas peligraban de derrumbe. Aquello se apuntaló malamente, soportó hasta romper aguas hoy con el salvaje uso de la tuneladora que taladra cuantos pilares democráticos pilla a su paso. Sánchez, Redondo y Oliver forman la tripleta de ataque a la libertad de información, lo llamen como quieran llamarlo, son virtuosos en mentir de sus propias mentiras. De la demolición parlamentaria, judicial, en definitiva, de los valores democráticos, se encargan a fondo el Gobierno, la cuadrilla de ánimas, y la insolvencia de la oposición.

A estas alturas resulta insoportable ver, escuchar, palpar, tanta falsedad, tanta hipocresía, tanto juego sucio, de quienes se autodesignan guardianes de la verdad cuando siquiera saben cuál es el significado de esta palabra ni están por la labor de hacer Estado. Les importa un X del cojín todo lo que no sea su propia mamandurria.

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