La Cuarta Pared

JOSE mORENO

Simplicidad y complicidad

Al igual que la mayoría de polos opuestos, la simplicidad y la complejidad se unen por detrás tocándose en su punto más interno

Una línea recta que une dos puntos en un mapa siempre es el camino más rápido para llegar de un sitio a otro dentro de una ciudad, pero siempre y cuando podamos atravesar los edificios como si fuésemos un superhéroe, o saltando obstáculos y escalando haciendo parkour como si fuésemos un yamakasi. Una línea recta: el camino más rápido, la geometría más simple, el movimiento más intuitivo y a la vez el más complejo de todos.

Si queremos viajar de Almería a Madrid sin tardar 105 horas andando o 743 horas en un tren, lo más simple y eficiente sería coger un avión, que apenas despega, hace un par de giros y ya apunta con su morro a la capital, para a continuación poner el turbo y atravesar las nubes por aire en línea recta hasta llegar a su destino. Lo más simple posible a la vez que el mayor y más complejo avance tecnológico de la humanidad después del internet y los chérigan de atún.

Al igual que la mayoría de polos opuestos, la simplicidad y la complejidad se unen por detrás tocándose en su punto más interno. Grandes autores y artistas han trabajado incansablemente depurando sus obras hasta conseguir quedarse con lo fundamental y no hablamos sólo de la abstracción de Kandinsky o los dibujos del toro de Picasso en sus últimos años de vida. Sino disciplinas tan variadas desde la física, la ingeniería o las meras matemáticas han buscado siempre la manera más sencilla y elegante de resolver cualquier problema. Y esto ha sido precisamente el fin último de mentes tan complejas como Einstein o Newton que consiguieron resumir un extenso conocimiento en fórmulas de apenas tres letras.

En arquitectura, esta complejidad conceptual se traduce en espacios, volúmenes, sensaciones y emociones que en algunos casos pueden llamarse erróneamente como minimalismo. El Panteón de Roma es simplemente un círculo de aire rodeado de hormigón y con un óculo en el techo. ¿Acaso alguien se atrevería a decir que es minimalista? Es extremadamente simple pero no es nada sencillo, es más, es una de las obras más complejas y asombrosas de la historia. Se dice que toda persona con cierta sensibilidad espacial, sea arquitecto o no, se emociona tanto al entrar por primera vez, que se suele escapar alguna lagrima furtiva que agarra el corazón. Dudo mucho que su arquitecto no investigase mucho hasta llegar a concatenar un círculo con un cuadrado. O sino que se lo digan a Malevich, lo que tuvo que pasar hasta pintar un cuadrado blanco sobre un fondo blanco.

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