Tito Chambino, equilibrio entre ser y cuerpo

Las obras de Tito Chambino representan el reflejo y la esencia de quién es, de qué mecanismos se articulan en su pensamiento

El hecho de ver la pasión de su padre por crear objetos de hierro todos los días despertó en el artista plástico portugués Tito Chambino su interés por la escultura. Álvaro Espadanal le abrió la oportunidad de ingresar en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Lisboa, incorporándose inicialmente en la Licenciatura de Pintura. Sin embargo, no fue un descubrimiento de la escultura, sino un proceso de redescubrimiento de la disciplina artística lo que le llevó a su determinación por la tridimensionalidad de los objetos y del universo que los rodeaba, ya que ésta estaba presente desde muy temprana edad en la madurez de su identidad personal.

Las obras de Tito Chambino representan el reflejo y la esencia de quién es, de qué mecanismos se articulan en su pensamiento y de quién o qué los gobiernan. La constante búsqueda de la perfección y su interés por hacer que cada obra supere a la anterior en su discurso formal y estético son una de las premisas que imperan en sus series. Quizás, de ahí, cada proceso de creación que presenta supone un reto no sólo para el artista como entidad individual, sino también para el mundo que le rodea. El impulso irremediable de proponer posibilidades y alternativas que estén fuera de la concepción convencional de la sociedad y que, sin embargo, tienden a la necesaria condición de comunicar espacios comunes y percepciones de las realidades ausentes del individuo. Su redefinición de la realidad física transciende más allá de los conceptos de espacio tiempo y se adentran en la materia y en su esencia, atendiendo a los engranajes conceptuales que se articulan alrededor de las sociedades y que las fundamentan como tal. Tito Chambino plantea en su obra la inquietud por la geometrización y la simplificación estructural de las diferentes anatomías matéricas que aborda, a través de la ortogonalidad, donde pretende reducir todo a la sustancia ínfima e íntima que estructura a los cuerpos y al ser que proyecta, manteniendo el equilibrio natural entre el cuerpo y lo humano.

Una de las constantes que se repiten en la obra de Tito Chambino y que mantienen la supra identidad de sus trabajos es la necesidad de representar la extensión artística del ser humano y de su esencia, situando y confrontando al autor y al observador en sí mismos. Observando el espacio, como rector físico del cuerpo, y el tiempo, como el proceso de oxidación y purificación de sus obras, de la materia, del ser.

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