Desde mi experiencia

José Miguel Ponce

¿Vale la pena decir la verdad?

Más vale decir una verdad que duela, que una mentira que ilusione

La imagen es una de las cosas más valoradas hoy en día. Las fotos en redes sociales, los títulos o los logros priman muchas veces más que el corazón y la verdad de la persona. Sin embargo, hay que convencerse de que para ser feliz es necesario ser coherentes y para eso, el nuevo libro del Dr. Fernando Sarrais "Auténticos. El mejor camino para ser feliz" (Ed. Palabra) nos muestra una clave de madurez: vivir de acuerdo con lo que cada una y cada uno es. La necesidad de saber impulsa a conocer con veracidad qué son las cosas, cómo son las personas, quién es uno mismo, y cuál es la finalidad de la vida y cuando alcanzarla. Con el conocimiento verdadero de la realidad se puede acertar a vivir bien, y así evitar los errores y los conflictos que hacen sufrir y pueden causar la enfermedad y hasta la muerte.

El descubrimiento de una verdad produce alegría, y el amor impulsa a trasmitirla a los seres queridos para que también se alegren. Este fenómeno psicológico está en el origen de las instituciones de enseñanza, de la literatura, de los diversos medios de información y de la red de internet, que sirven para extender el conocimiento de la verdad. En cambio, no sentimos la necesidad de transmitir la mentira, que a veces se difunden porque se piensa erróneamente que son verdad o por el interés de engañar a los demás para que actúen en beneficio de los que los difunden.Esta necesidad y deseo de verdad se manifiesta también en diversas experiencias psicológicas, como, por ejemplo: el malestar y el rechazo que producen la mentira, el error, la ignorancia y todo lo que no es verdadero. Otro ejemplo que manifiesta la natural atracción por la verdad es el malestar y el conflicto interior que producen los modos de vida inauténticos o falsos: una vida de aparente fidelidad a una persona, al mismo tiempo que se lleva una vida de infidelidad con ella, como ocurre con una persona casada que tiene a la vez un amante; una vida de aparente honradez, al mismo tiempo que se lleva una vida oculta de corrupción, etc.

Todo lo que satisface una necesidad obtiene el calificativo de valioso y es apreciado, admirado y deseado. Lo contrario ocurre con lo que deja insatisfecha cualquier necesidad. Por esta razón, las cosas y personas auténticas (verdaderas) son estimadas y queridas, y producen felicidad cuando se poseen. Por el contrario, las personas y las cosas falsas producen frustración, ira, rencor y rechazo. Más vale decir una verdad que duela, que una mentira que ilusione.

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