La Academia que 
nos falta

27 de noviembre 2025 - 03:08

En España, cuando hablamos de la excelencia en la Lengua, miramos a la Real Academia Española; si buscamos la máxima autoridad en el cuidado de la salud, pensamos en la Real Academia de Medicina. Contamos con otras ilustres instituciones en ámbitos como la Jurisprudencia, las Bellas Artes o las Ciencias Sociales. Son espacios donde el conocimiento se organiza, se preserva y se proyecta para servir al interés general.

Sin embargo, hay una paradoja difícil de explicar. Siendo España una potencia agroalimentaria mundial, y Andalucía la huerta de Europa, carecemos de una academia específica dedicada a la Agricultura. ¿Por qué no disponer de una institución similar para un sector tan decisivo como el agroalimentario andaluz? No sería un gesto de vanidad corporativa, sino una muestra de madurez regional. Andalucía tiene el talento, las universidades, los centros de investigación y el peso específico para liderar esta iniciativa en España.

La idea no es nueva. Europa cuenta con una sólida tradición de academias científicas dedicadas a la agricultura, desde la Accademia dei Georgofili (1753) en Italia hasta la Académie d´Agriculture (1761) en Francia, o la Real Academia Sueca de Agricultura y Silvicultura (1811). Todas ellas se integran en The Union of European Academies for Sciences applied to Agriculture, Food and Nature (2000), que actúa como red de cooperación y voz común ante la Unión Europea. España, en cambio, permanece ausente en este foro.

¿Qué aportaría una Academia Andaluza de Agricultura? Sería un espacio estable para pensar a largo plazo, con datos, evidencias y visión estratégica. Impulsaría el desarrollo integral del sector agrario andaluz mediante la investigación, innovación, formación y transferencia de conocimiento. Asesoraría a instituciones públicas y privadas, preservaría y pondría en valor el patrimonio agrario andaluz. Y al mismo tiempo, acercaría la ciencia del campo a la sociedad urbana, reduciendo la brecha entre quienes producen alimentos y quienes los consumen.

Se trata de que el conocimiento que ya se genera en muchas partes no quede disperso, sino que tenga un lugar donde se organiza, se discute y se devuelve al sector de forma ordenada y útil. En definitiva, necesitamos espacios estables donde se piense en el futuro con rigor y visión regional. Una Academia específica en Agricultura está diseñada precisamente para eso.

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