Un relato woke de la extrema izquierda
Los accidentes
Los accidentes sobrevienen porque son efecto de los imprevistos, de los descuidos, del mal fario o, acaso, de esa oculta y misteriosa resolución de las predeterminaciones. En este último caso, además de razón o causa, se utiliza el destino, el fatum, a modo de explicación, al entender que lo acontecido por sorpresa, sea favorable o infausta, “estaba para uno”. Aunque se presente como un accidente, sea de tráfico o cualquier suceso eventual, que trastoque o altere el orden regular y muchas veces consabido de las cosas. Tal perturbación tiene, en sí misma, naturaleza o alcance suficientes para dar entidad al contratiempo, pero los accidentes también desvelan la mercancía de los percances, metáfora que en la imagen no tiene un sentido figurado, sino real. Pues muchas veces los infortunios hacen visible, junto a los estropicios o destrozos de su curso, la sustancia misma, la materia que resulta también dañada, aunque sea con menos aparatosidad, cuando los sucesos se encadenan, destino o hado aparte, de un modo fatal. Es el caso de las disposiciones del ánimo y de la voluntad. De las justificaciones para atribuir responsabilidades o eximir de ellas. De lo que no debió de haber sido y fue, pues ocurrió sin pretenderlo o buscarlo. De lo que establece una discontinuidad, una honda falla en el estado de las cosas, abierta entre el antes y después que la fortuna adversa interviniera. Los accidentes.
También te puede interesar
En tránsito
Eduardo Jordá
¿Tú también, Bruto?
La ciudad y los días
Carlos Colón
Lo único importante es usted
Ciavieja
Las pensiones vuelven a subir