Desde mi experiencia

José Miguel Ponce

La adicción a las compras

Comprar deja de ser algo lúdico, divertido y se convierte en una imperiosa necesidad, se genera más malestar y angustia

Carmen tiene 32 años y hace poco declaraba en una entrevista a la prensa: "Mi nivel de obsesión con las compras era tal que dejé de pagar una letra del coche hace tres años porque gasté ese dinero en ropa. Perdí el coche por no pagar una letra. Llegué a tener más de 20 vaqueros, 15 pares de zapatos y 10 chaquetones". Es un caso típico de adicción a las compras.

Toda persona que está obsesionada con ir a comprar, que normalmente dice que va a visitar un centro comercial, se puede considerar una compradora compulsiva y por lo tanto debe preocuparse, aunque el gasto no suponga mucho dinero, como unas zapatillas de playa. El ideal del adicto a las compras es visitar un comercio que tenga mucho surtido de productos y que el cliente pague como considere conveniente, especialmente cuando no se paga en efectivo y se utiliza la tarjeta de crédito, que permite gastar más de lo necesario. Además, está demostrado que nuestras compras cada vez son menos racionales y más emocionales.

Cuando se tiene esta adicción, comprar deja de ser algo lúdico, divertido y se convierte en una imperiosa necesidad, se genera más malestar y angustia, que lleva a salir a comprar una y otra vez para tapar ese malestar, y sentir ese alivio momentáneo en una espiral de compra en la que hay la posibilidad de aumentar el problema, cada vez se gasta más y desemboca en problemas familiares, profesionales y con dificultades económicas.

Tanto hombres como mujeres podemos tener esta adicción, la única diferencia está en el tipo de producto que se adquiere. Por ejemplo, las mujeres adquieren en mayor medida productos relacionados con la estética y la belleza como ropa, perfumes, cosmética y complementos, mientras que los productos preferidos por los hombres tienen que ver con la tecnología y la electrónica.

Detrás de esta adicción está el materialismo y el consumismo desaforado que inunda nuestra sociedad. Se vive al límite: sin ahorrar. Hay pasión por gastar de modo innecesario. Por eso, es conveniente analizar qué y por qué compramos. Por ejemplo, haciéndose preguntas como las siguientes: ¿Has comprobado la cantidad de cosas que tienes que están sin estrenar o que no utilizas? ¿Cuáles son los motivos que te llevan a comprar? ¿Te dejas llevar por el capricho o compras cosas que no necesitas? ¿Compras por impulso? ¿Llevas control del gasto? Las respuestas obtenidas te ayudarán a corregir tu comportamiento de compra y evitar caer en esta adicción.

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