Aires del 36, con augurios de penumbra

02 de diciembre 2025 - 03:07

El desarrollo de los acontecimientos que se están produciendo en España tras la sentencia del Tribunal Supremo, por la que se inhabilita al fiscal general del Estado, son una vergüenza para España. Las declaraciones efectuadas esta misma mañana por la vicepresidenta Yolanda Díaz, son intolerables en un miembro del gobierno, causando vergüenza ajena. Que un ciudadano de a pie – o mil, da igual – se manifiesten por entender que una sentencia no se ajusta a derecho, cabe dentro del derecho a discrepar de las decisiones judiciales; no obstante, que miembros del gobierno asistan a la manifestación; y que, el presidente del gobierno, hable de injusticia y de que el condenado es inocente, sobrepasa con creces los límites de lo tolerable en un país demócrata en el que se han de respetar mutuamente, los tres poderes. Es muy preocupante, por el peligro latente que conlleva una declaración de esas características, que el presidente del gobierno, esté acusando al máximo tribunal del estado, de condenar a un inocente, lo que puede constituir para las mentes exaltadas – que haberlas haylas - una llamada al levantamiento; pues acusar – como han hecho más de un ministro y aún exministros – de golpe de estado, al Tribunal Supremo, por una sentencia en la que, cinco de los siete miembros del Tribunal, la han considerado ajustada a derecho, es una osadía tan grave, que enmascara una irresponsabilidad incalculable. El poder judicial, uno de los tres pilares fundamentales del estado de derecho– el único que aún no está controlado al 100% por este gobierno – es intocable, excepto por la Ley. Este país, observa inerme e incrédulo, como el TC que no le ofrece ninguna garantía es considerado una instancia superior al T.S., sin ser un tribunal formado por juristas y designados a dedo, cuyas funciones, establecidas en la Constitución están definidas, siendo diferentes a la aplicación histórica que, en los casos de confluencia política, se les ha dado. Ya nadie duda que el TC, revocará la sentencia; aun cuando eso no es posible, pues el TC no puede revocar o casar una sentencia del Tribunal Supremo; ya que su función, es garantizar la constitucionalidad de las leyes y no juzgar casos concretos. El T.C. solo puede (¿debe?) intervenir en aquellos casos en los que se vulneren derechos fundamentales, pero hoy está totalmente desprestigiado y sus resoluciones se conocen de antemano, antes aun de que sean estudiadas. El TS que es – o debiera de ser - el tribunal superior en todos los órdenes y sus sentencias son, en principio, inapelables, sufre un ataque inexplicable por el ejecutivo. Hoy, las manifestaciones de los miembros más influyentes de la izquierda española, son de una gravedad inaudita; se habla incluso de “reventar a la derecha” por parte de exministras y exvicepresidentes, lo que es una amenaza gravísima a la que el gobierno no presta la menor atención; y el asunto es tan grave que, hay que recordar a los españoles, las palabras que dirigentes socialistas, han pronunciado a lo largo de la historia con graves consecuencias. Ya en 1910, Pablo Iglesias, fundador del PSOE, dijo en el Congreso dirigiéndose a Maura: “Tal ha sido la indignación producida por la política del Gobierno presidido por el Sr. Maura en los elementos proletarios, que nosotros, …./… hemos llegado al extremo de considerar que, antes que S. S. suba al Poder, debemos llegar hasta el atentado personal”. Y sufrió un atentado esa semana. O las palabras que, Ángel Galarza, ministro de la república, dirigió a Calvo Sotelo: “Pensando en SSª encuentro justificado, incluso, el atentado personal”. Siendo asesinado trece días después. Muy preocupante también, la violencia verbal con que se están tratando mutuamente, el gobierno del Estado y la Comunidad de Madrid. El presidente de gobierno dice, sin pudor, que no convoca elecciones para que no llegue al poder la derecha, hurtando a los ciudadanos el derecho a decidir ante las urnas, por conveniencia del partido que gobierna. Viniendo a colación las palabras de Largo Caballero, similares en el fondo, cuando dijo en febrero del 36: “Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues antes que el fascismo preferimos la anarquía y el caos”. Y en una situación como ésta, es necesario conocer, cuántos españoles, prefieren la anarquía y el caos, a las elecciones.

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