República de las Letras

Lo que he aprendido de la huelga

Este Gobierno socialcomunista concretamente, y Pedro Sánchez en particular, tienen la culpa de todo

En Uno nunca deja de aprender, y de esta huelga en el transporte por carretera he aprendido varias cosas interesantes. La primera, que las huelgas, por lo menos las sectoriales, no se convocan, se hacen y ya está. Todos los trámites se pueden obviar. Y de servicios mínimos, ni hablar. Los piquetes son fundamentales, y cuanto más ruidosos y violentos, mejor. Nada de guardar las formas.

La segunda, importante, que los autónomos ni se sienten trabajadores ni se sienten patronos. Son un híbrido moderno de ambos. Mientras la patronal del transporte ha negociado con el Gobierno, ellos han continuado la huelga porque no se sienten representados. Son problemáticas distintas, dicen, pero lo que negocie la patronal es aplicable a la patronal, mientras que lo que consigan los autónomos con la huelga va a ser aplicable a todos. Curioso.

La tercera es que, paradójicamente, las huelgas sectoriales ya no se hacen contra la patronal, como antes, sino contra el Gobierno. El Gobierno, este Gobierno socialcomunista concretamente, y Pedro Sánchez en particular, tienen la culpa de todo. Difícilmente se le habría hecho esta huelga a un gobierno de Casado, de Feijoo, de Ayuso o, mucho menos, de la extrema derecha. Poco importa que la mayoría de las reivindicaciones sean para corregir usos y normas impuestas por la gran patronal, en este caso, del transporte. Las tarifas las impone la patronal, y el autónomo que está pagando letras de una cabeza tractora para tirar de los trailers frigoríficos de la gran empresa, poco puede hacer sino someterse a ellas. De eso tiene la culpa el Gobierno, que no baja el precio del gas-oil. Claro, no vamos a hacer una huelga contra quien nos da el trabajo y, por tanto, nos lo puede quitar porque hay muchos en la puerta esperando para hacerlo. El transporte de cercanías, igual. El que tiene una furgoneta y cobra del distribuidor una minucia también debe aceptar volúmenes, pesos, distancias, rutas y condiciones del distribuidor, no le queda otra. Pero puede exigirle al Gobierno que le baje el combustible. El estrés, el horario de trabajo, la Seguridad Social, etc., corren de su cuenta. Todo se compensa con unos céntimos en litro de gas-oil, que ya es mucho.

Para todo eso no hace falta más que una cosa: unidad. Líderes, siempre surgen. Las redes sociales facilitan la organización. Y un dejarse querer por la oposición.

Así que, las huelgas, contra el Gobierno.

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